Trabajó en la construcción de los astilleros de su ciudad, en Ferrol. Ahora está en paro y con dos hijos. No le queda más remedio que coger marisco de forma ilegal para sobrevivir. Y en Semana Santa, con turistas habidos de comer almeja, berberechos o vieiras, más ganancias.

Hasta hace unos cuatro o cinco años, se calculaba que en la ría de Ferrol había unos 20 o 30 percebeiros furtivos. Ahora, las autoridades calculan que salen diariamente a mariscar de forma ilegal entre 300 y 400 personas.

Para los legales, tanto furtivo supone acabar con el marisco que también les da de comer a ellos. El furtivismo supone un riesgo sanitario y los mariscadores cree que sólo se acabará con esta lacra si el furtivismo se convierte en un riesgo contra la salud pública.