Con disculpas de la protagonista por no poder usar megafonía comenzaban las fiestas del orgullo, pero minutos después se oía una sonora pitada contra el ayuntamiento de Madrid.
Pero a pesar de las prohibiciones, finalmente sí hubo música, eso sí, sólo una canción, con la plaza de Chueca a rebosar con más de 4.000 asistentes. Por poco tiempo porque no se podían superar los 55 decibelios.
Por eso la gente no pudo seguir allí la fiesta y se buscó alternativas diferentes. Unos en su casa y otros se iban a las calles aledañas, a la Plaza de Callao o a la Plaza del Rey. Desde el ayuntamiento insisten en que ellos se tienen que ceñir a la normativa, además insisten en que tanto ruido molesta a los vecinos.
Los organizadores del orgullo algo molestos, insistían en que se debería de haber hecho una excepción como en las celebraciones deportivas. Opinión compartida por el Partido Socialista de Madrid. Sólo el año pasado en Madrid se recaudaron 110 millones de euros gracias a estas fiestas.