Durante 33 años, Luis Vegas e Inés Puerta pensaron que su hijo nació muerto, hasta que comprobaron que no fue así. Confiaron en la Justicia para encontrarle, pero ahora su caso ha sido archivado porque la familia no ha investigado el paradero de un testigo clave, algo que ellos consideran debe realizar el juzgado.

La Audiencia Provincial de Madrid ha dado carpetazo a la causa que investiga el posible robo de un recién nacido en la Clínica Nuestra Señora del Rosario en Madrid el 20 de noviembre de 1977.

"Nos piden que seamos nosotros los que investiguemos su paradero, cuando la Ley de Enjuiciamiento Civil permite que, cuando no se sabe la dirección exacta, sea la Policía quien lo haga, acudiendo a la figura legal del auxilio judicial", afirma el abogado Guillermo Peña. Pero, como dice: "no somos policías".

Aquel día, Inés entró a la clínica embarazada, pero ni ella ni su marido sabían que venían dos criaturas hasta que los doctores Quirós y Aguayo informaron al padre del nacimiento de una niña y de un niño, el cual estaba muerto.

Era tal el aspecto que presentaba el pequeño, que los médicos recomendaron al padre que no le viera porque podía causarle una fuerte impresión. Y él hizo caso. Como también hizo cuando le comentaron que ellos se ocuparían de todo, dando al niño por no nacido y recomendándole ocultar la noticia a la mujer.

Nada perturbó a la madre hasta que unas semanas más tarde regresaron a la clínica para una revisión de la niña, operada previamente por un problema en la tráquea y en el esófago. La mujer, que se acababa de enterar de que el niño nació muerto, le dijo al doctor Quirós: "Hay que ver que pena lo del niño, ¿verdad?". "De esto olvídate, esto nunca ha existido, céntrate en tu hija, que mira qué hermosa esta", contestó. Pero el galeno sembró la duda.

Hasta que 33 años después, los padres se enteraron de que la Asociación Nacional de Afectados por Adopciones Irregulares (Anadir) presentó una demanda general ante la Fiscalía General del Estado por el robo de bebés y la familia Vegas Puerta trató de comprobar si esa situación era aplicable a su hijo.

El padre recopiló la solicitud de legajo de aborto en el Registro Civil (donde figuraban por ley los niños abortivos), información de cementerios de Madrid sobre la inhumación y la historia clínica del hospital. Y los tres evidencian que no hubo ni aborto ni inhumación de cuerpo alguno del niño, lo que hace creer a la familia que su hijo no nació muerto y, por consiguiente, vive.