Bien erguido, de buen humor y mandando. Así ha aparecido este viernes el rey en el acto de clausura del Estado Mayor, en plena forma. Y además no ha querido dejar dudas acerca de su buen estado de salud y ha asegurado a los periodistas que ha adelgazado diez kilos, que se encuentra fenomenal, que mienten los que dicen que está enfermísimo y que lo suyo es “un simple asunto de tornillos”.

Atrás quedaron las imágenes en las que el rey a duras penas se movía, siempre iba con muletas, no estaba a gusto ni de pie ni sentado, y aunque ponía al tiempo buena cara, después tenía que reconocer que estaba "un poco tullido".

La cara de este viernes ha sido la de un monarca relajado, nada que ver con la que tenía apenas hace cuatro meses cuando se dirigía al hospital para operarse de una hernia.

Los médicos pronosticaban unos seis meses de recuperación dada la edad y el historial médico de Juan Carlos I, que ha sido intervenido hasta en trece ocasiones, pero ahora vuelve con su agenda en plena marcha y con ganas como él dice de “dar guerra”.