A la derecha de la mesa, Yong Jun Yang, hombre de Gao Ping. A la izquierda, Mauricio Escribano, directivo de BPA, y una una empleada china del banco. Comienza la negociación, y para Yang, lo primero es dejar las cosas claras. "Eso es como balnqueo, ¿no?"
Pero al banquero le gusta ser más sutil. "Para nosotros no lo es. (...) con idea de que no te bloqueen es por lo que nosotros te damos un poco de contenido", afirma. Una vez alcarado hablan de cantidades, el negocio de Gao Ping genera mucho efectivo, y el directivo es incapaz de esconder su perplejidad. "¿Cuánto dinero al mes sería tu objetivo de canalizar hacia arriba?", pregunta Escribano. "Fácilmente, 100 millones de euros", afirma su interlocutor.
¿Y cómo se haría para no activar las alarmas? Sencillo, se manda parte del dinero directamente a China. Otra parte se queda en Andorra durante un tiempo. "Lo que nosotros estamos planteando en estos casos es un planteamiento de 50-50, si tu metes 100.000, que 50.000 lo puedes enviar y los otros 50.000 se quedan a un plazo".
De esa manera, el banco puede hacerle pasar por un inversor respetable.
De esa manera, el banco puede hacerle pasar por inversor respetable. "Nosotros necesitamos justificar (...) es el problema que tenemos siempre con casos como el tuyo. Es decir, oye mira, realmente es inversor que aparte nos utiliza para su negocio internacional. Si se va todo el dinero, es una operativa que nos cortan", cuenta Escribano.
Escribano reconoce que hay más entidades que hacen ese tipo de trabajo, pero vende las bondades del Principado pirenaico, sobre el célebre paraíso alpino. "Nosotros tenemos movimiento porque seguimos recibiendo dinero nuevo, pero en Suiza se ha cortado".