La familia Cortiñas ha tenido que hacer las maletas y dejar su hogar en Lugo tras la muerte de María Luisa. Se trata de un asesinato por violencia de género en el que la familia del agresor, como mandan los códigos gitanos, es expulsada. Por eso, este miércoles ya no había ni rastro de ellos en Lugo.
Mientras, muchos ciudadanos han mostrado su rechazo contra la violencia machista, cuya última víctima ha sido María Luisa Jiménez, que deja seis niños huérfanos y, además, la necesidad de venganza entre su familia. "No los queremos ver, si se cruzan en nuestro camino va a haber venganza", asegura la hermana de la víctima. Otra familiar tampoco esconde su frustración: "Ha cometido un asesinato en primer grado y queremos justicia, porque si no la vamos a tomar por nuestra mano".
Por eso la sociedad gitana de Galicia ha decretado el destierro para cualquier miembro de la familia del asesino. Los Cortiña deberán abandonar sus casas inmediatamente y, además, no podrán asentarse ni en Lugo, ni en Coruña ni en Pontevedra, provincias donde viven familiares de María Luisa.
"La ley gitana es una ley de prevención, para evitar actos como el que ha sucedido", asegura Mariano González, presidente de la Unión Romaní. Son normas Gitanas de obligado cumpliento entre ellos, por eso ya no hay ni rastro de los Cortiña: "No hace falta que les expulsen, lo lógico es que la misma familia se vaya".
Los Jiménez sopechan que en la muerte de Maria Luisa colabararon más familiares del presunto asesino. "Alguien le tuvo que ayudar", dice un miembro de su familia. Una tensión entre familias gitanas que podría terminar en un baño de sangre. La familia se prepara ahora para enterrar el cuerpo de María Luisa en el cementerio de San Mauro en Pontevedra.