“La corrupción viene determinada por las prácticas que se articularon durante el franquismo y que han continuado hasta hoy”, afirma Marcos Roitman, sociólogo de la Universidad Complutense de Madrid. Porque antes, dicen los expertos, destapar un caso de corrupción era casi misión imposible. Ahora está prácticamente a la orden del día.

Una fama que según Transparencia Internacional sitúa muy mal a los españoles frente a los socios europeos. El presidente de Transparencia Internacional, Jesús Lizcano, cuenta que “dentro de los países de la Unión Europea, España ocupa el puesto 19 en percepción de corrupción”.

La eficacia del Gobierno ante la corrupción tampoco acaba de convencer: España está sólo por encima de los países del este, de Grecia y de Italia. “Cuando un partido se niega a expulsar a un corrupto, la desafección ciudadana aumenta”, cuenta Marcos Roitman.

La receta para paliar esa desafección pasa por la transparencia de los partidos políticos. Pero según un informe publicado en mayo, sólo dos de ellos aprueban en transparencia. Sólo mediante el compromiso político, mediante un pacto de fuerzas, dicen, podremos solucionar un problema que es ya vergüenza nacional.