Rajoy echando una partida de dominó, de compras en el mercado o subido a un banco del parque. El presidente ha descubierto la calle y la calle lo ha descubierto a él.
El hombre que promete llegar a 20 millones de empleos debe rondar ya esa cifra en besos y en fotos. Nada de grandes mítines, como antaño en las plazas de toros abarrotadas. El Partido Popular quería cercanía, y su candidato se ha aplicado el cuento.
En Podemos no hay tiempo para tantos besos porque la campaña es contrarreloj. Para conseguirla, prefieren jugar en casa. Mucho mitin, alguno multitudinario, y el contacto con la calle con puesta en escena muy 15M: chocolate caliente, manualidades y gente sentada en círculo para preguntar al candidato.
"Como Julio Iglesias, me siento más cómodo con un micrófono", bromea el líder de Podemos. Desde luego, más que Rivera de paseo. El candidato de Ciudadanos solo ha tenido dos en campaña y los dos venían con sorpresa. En Cádiz, protesta de trabajadores de Delphi.
En el PSOE presumen de hacer dos campañas. La de la calle, en la que Pedro Sánchez esquiva calzoncillos y compra kilos de mandarinas a diez euros, y la de siempre. La de los grandes mítines.