Duran i Lleida es un oasis. Lo ha sido para los Gobiernos en Madrid cuando tenían problemas con Cataluña. Para todos los gobiernos, de todos los colores. Es el dique de contención frente a las amenazas de Artur Mas. Es el Pepito Grillo para la Generalitat, cuando Mas dice que Bruselas aceptaría a una Cataluña independiente.
Su nombre sonó como posible ministro con Rodríguez Zapatero. Fue uno de los primeros que, ante la crisis económica, habló de la gran coalición. Es el conciliador, el mediador ante la incomunicación de Rajoy y el Gobierno catalán. Duran quiere consulta, pero no independencia. Su relación con Artur Mas no pasa por su mejor momento. Porque es, en definitiva, un acróbata, incluso con la ley de abdicación.
Al final, este miércoles, para ser coherente con el pacto de Mas con ERC, tampoco votará que sí a la ley. Se abstendrá. Y es que hacer tantos equilibrios, termina por desequilibrar a cualquiera.