Desviarse y esquivar la tormenta suele ser el procedimiento habitual cuando se producen cambios meteorológicos en medio del vuelo. Los aviones llevan, además, un radar meteorológico.
Pero en ocasiones, sufren alteraciones que no estaban previstas. Sobrevolar el océano y el desierto no es lo mismo: la tormenta de arena es más peligrosa que la eléctica.
El apoyo de control y tráfico aéreo es vital, según afirman los expertos. Los pilotos, además de la teoría, realizan muchas horas de práctica a través del simulador.