Una de las preguntas centrales que se ha planteado tras el tiroteo de Múnich es cómo el asesino, un joven germano-iraní de 18 años, identificado como David Sonboly, con problemas psíquicos y sin antecedentes penales, consiguió la pistola con la que llevó a cabo la matanza.
El hecho de que en su mochila, según la policía, llevase más de 300 proyectiles eleva la discusión que se ha desatado sobre el control de armas. La policía parte de la base de que el joven obtuvo el arma de manera ilegal puesto que no tenía licencia y, además, el número de serie de la pistola había sido limado lo que apunta a que la compró en el mercado negro.
Se calcula que en Alemania hay 6,5 millones de armas adquiridas y conservadas de manera legal y que el número de ilegales triplica esa cifra. En el mercado negro una pistola como la utilizada por David Sonboly cuesta varios miles de euros.
La policía hasta ahora no ha detectado contactos del joven con traficantes de armas ni con el mundo del tiro deportivo o de la caza. Una teoría que se ha planteado es que David Sonboly compró la pistola desactivada a través de Internet, aunque fue reactivada por el joven para perpetrar el crimen.
Ese tipo de armas reactivadas, según la BKA, se usan con frecuencia en actos terroristas como, por ejemplo, en el atentado contra la revista satírica francesa "Charle Hebdo". El proceso de reactivación no suele ser muy complicado técnicamente, sobre todo cuando la desactivación del arma ha tenido lugar en países con estándares bajos.
En todo caso, los responsables políticos ya han empezado a reflexionar sobre el control de armas y, en declaraciones al dominical 'Bild am Sonntag', el ministro de Interior, Thomas de Maiziére, reiteró que uno de los puntos claves de las investigaciones es reconstruir el camino de la pistola antes de llegar a manos de David Sonboly.