Según las fuerzas de seguridad, el responsable del albergue, en el que estaban alojados veinticuatro solicitantes de asilo, llamó a la policía al descubrir que uno de los jóvenes había prendido fuego en el dormitorio.
Intentó apagarlo, pero el menor se lo impidió, por lo que pidió ayuda a la policía y los bomberos, que desplazaron hasta 200 efectivos al albergue, situado en las instalaciones de un antiguo polideportivo.
Los agentes y los bomberos pudieron rescatar a los veinticuatro menores y a sus tutores sin que se registraran heridos, pero el fuego en poco tiempo se extendió por todo el edificio.
Las fuerzas de seguridad establecieron un amplio cordón de seguridad en torno a las instalaciones y, ante el riesgo de que las paredes del polideportivo que aún quedaban en pie se derrumbaran, se decidió finalmente echarlas abajo de forma controlada.
El joven afgano, al que la policía culpa del incendio tras interrogar a los primeros testigos en el lugar de los hechos, ha sido detenido provisionalmente y prestará declaración ante el juez. Los menores que residían en el albergue han sido repartidos en otros alojamientos de la localidad.