Las bombas que estallaron este lunes durante el Maratón de Boston, que ha provodado al menos tres muertos y más de cien heridos, eran de pequeño tamaño y escasa potencia. Además, todo apunta a que se trataba de ollas exprés llenas de metralla, según han informado fuentes del FBI.
Las investigaciones no han encontrado restos de C-4 ni de ningún otro material explosivo de gran potencia, lo que indica que las bombas eran artefactos artesanales elaboradas con explosivos rudimentarios.
Algunos de los testigos explican que "todo está lleno de humo, fue horrible". El salvaje ataque ocurrió junto a la meta. Tres personas murieron por el ataque, una de ellas es un niño de ocho años. El balance de heridos ha aumentado: ya son más de 175, de los que 17 están en estado crítico. Muchos de los afectados han tenido que sufrir amputaciones de sus miembros.
Tras el atentado se estableció una zona de exclusión aérea y se suspendió el sistema de telefonía móvil, para evitar la activación de otras posibles bombas. A las explosiones hay que sumar otro incidente: un incendio en la Biblioteca Presidencial de Kennedy, aunque aún se investiga si está relacionado o no con los brutales ataques.
Las autoridades han confirmado que no se encontraron más bombas además de las dos que explotaron. Eran artefactos rudimentarios. Podría tratarse de ollas exprés llenas de metralla, para hacer el mayor daño posible.
Las hipótesis iniciales apuntan a que las explosiones han sido provocadas por ollas exprés llenas de metralla, según han informado fuentes de la investigación a la cadena de televisión CBS.
La primera explosión ocurrió cerca de la línea de meta, mientras que la segunda fue a unas dos manzanas de la primera.
Por el momento, las autoridades federales han clasificado el incidente como "ataque terrorista", pero se desconoce si ha sido cometido por extranjeros o norteamericanos, según han informado fuentes oficiales a la CNN.
Dos caras emergen de esta tragedia: por un lado, un corredor de 78 años, al que se ve caer al suelo, quien asegura que "la onda expansiva golpeó todo mi cuerpo y mis piernas empezaron a temblar". Por otro, un hombre, vestido con un sombrero de cowboy, que ayuda a un joven que está gravemente herido, que tiene ambas piernas cercenadas. Apenas oyó la segunda explosión.