Frente a la estación de tren de Agen, en el suroeste de Francia, los camiones descargan tierra, estiércol y neumáticos. En Draguingnan, también al sur del país galo, varios rebaños de ovejas ocupan su plaza principal y, en Montpellier y Burdeos queman contenedores. Todos estos actos forman parte de la protesta que están llevando a cabo los agricultores franceses, que reclaman al Gobierno medidas para hacer frente a la competencia de los productos de otros países.
Por ello, las secciones de la región de París de los dos principales sindicatos agrícolas, la conservadora FDSEA y la progresista Jóvenes Agricultores, han promovido acciones de "bloqueo" de la ciudad a partir de la tarde de este viernes si el primer ministro, Gabriel Attal, no da respuesta a sus reivindicaciones.
Para ello, lanzaron un llamamiento a los campesinos para ocupar las principales autovías que conducen a París, con la intención de que la protesta cobre intensidad y repercusión, dentro del movimiento generalizado en el resto de Europa.
"Es culpa de los supermercados y del Estado por no tomar medidas a favor del sector agrícola", dice una agricultora que participa en la protesta. Los agricultores franceses buscan paralizar el país, también, bloqueando carreteras de suma importancia por su conexión con el norte: "Haremos todo lo posible para llegar a París", apunta otra.
Es en la capital donde quieren ejercer la máxima presión con un claro objetivo: que la protesta cobre intensidad y repercusión también en Bruselas. Bajo el paraguas sindical, los agricultores reclaman mejoras salariales, la reducción de restricciones medioambientales, ayudas contra la subida de los combustibles y un aumento de la protección del campo frente a las importaciones de otros países.
De hecho, temen que la entrada a la Unión Europea por parte de Ucrania, gran exportador agrícola, agrave más una situación, dicen, cada vez más insostenible.
"Queremos competir con las mimas armas", repetían los campesinos en los diferentes puntos de protesta repartidos por el país, donde también quieren una simplificación administrativa y repensar algunas normas europeas que, consideran, les perjudican.
"Necesitamos un compromiso en el ámbito del Gobierno y del presidente de la República (Emmanuel Macron), como el tema de la PAC (subsidios agrícolas europeos), asuntos técnicos, todo depende mucho de lo que se decide en Bruselas. Nos aferramos a Europa, pero tenemos que ponerla en cuestión por la manera tan burocrática en la que actúa", señaló Rousseau.
Los representantes de los agricultores citaron ciertas reglas medioambientales europeas como un freno y refrendaron su rechazo a los acuerdos de libre comercio como el de la UE-Mercosur, que ha quedado en el cajón por el rechazo de países como Francia, por no "tratarse de un pacto recíproco" y advirtieron de que la entrada de Ucrania es "un tema de preocupación".
"A Ucrania hay que apoyarla, pero es cierto que (si ingresa en el club comunitario) entrarán (en Francia) productos de manera masiva", alertó Gaillot, en alusión a la potencia agrícola ucraniana y una eventual capacidad a dañar la competitividad de los agricultores franceses.
El ministro Fesneau, quien citó en varias ocasiones la palabra "soberanía", adelantó que habrá unas primera medidas en el corto plazo. "Hay temas de simplificación en que podemos avanzar rápido", abundó.
Además de la UE, los sindicatos también critican el retraso en la entrega de algunas ayudas públicas, el final previsto de la subvención al gasóleo agrícola, la carga burocrática cada vez mayor o los precios que les imponen las industrias agroalimentarias son las principales quejas de los agricultores y ganaderos.