Carlos estrena contrato este verano. Es un ‘sí-sí’, un joven que estudia y trabaja para poder pagarse la universidad. "Este año tuve que elegir entre pagar la matrícula o el alquiler", asegura. El aumento del precio de las matrículas y los estrictos requisitos de las becas le obligan a compaginar trabajo y estudios. "Es un esfuerzo mayúsculo ahora en exámenes dormir cuatro horas al día y rendir en el trabajo", cuenta.
La solución, dicen los expertos, la tiene la Administración. "No se trata de conciliar, se trata de articular y de integrar plenamente el mercado de empleo en relación con el sistema escolar", señala Ángel Díaz, profesor del Departamento de Antropología Social de la UNED.
Desde que empezó la crisis, se han duplicado los estudiantes entre 15 y 29 años que trabajan o están buscando empleo, ya sea legal, en negro o precario. Rocío estudia Diseño Gráfico y trabaja limpiando en un hotel. "Me llaman de un día para otro y para las horas que sea", afirma. Además, cuenta que "si no trabajase, no podría estudiar".
Otro 'sí-sí' es José, que lleva sacrificando cuatro veranos para poder seguir estudiando una carrera. "Yo me siento afortunado por poder tener un puesto de trabajo en verano y poder tener para mis gastos aunque no tenga que ver con mi carrera", cuenta. Estos jóvenes han engordado los datos de desempleo de estos últimos días y dan gracias porque pueden trabajar aunque sólo sea unos meses para poder sobrevivir todo un año.
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