Ioan Lucian estuvo en la cárcel tres años y allí desarrolló una extraña enfermedad que le cubre la cara y el cuello de unos bultos muy dolorosos. Por ello, recibió tratamiento durante los dos años que estuvo dentro.
A partir del 1 de enero eso cambiará. Los reclusos no podrán ser atendidos en las mismas condiciones porque no habrá médicos ni enfermeros desde las 3 de la tarde hasta las 8 de la mañana en las cárceles.
Sólo el doctor deberá estar localizable por teléfono. Es el nuevo recorte sanitario del Gobierno con el que pretende optimizar recursos, pero no aclara cuánto dinero se ahorrará. Con esta medida pone en riesgo la salud de de 58.297 presos, 890 facultativos y más de 14.000 funcionarios de prisiones de las 36 cárceles donde se aplicará esta medida.
En Madrid Uno, en una de las prisiones afectadas, hay 531 mujeres. El médico atiende cada día unos 80 casos por peleas y enfermedades. La mayoría son pacientes de alto riesgo, otras están embarazadas y tienen infecciones como el VIH.
Si en ese momento no hay un médico en la prisión y no consiguen localizarle, serán los propios funcionarios los encargados de evaluar si tiene que ser trasladada al hospital.