Si al Cesar va lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios, al estado lo que es de nadie. En este caso, 165 millones de euros que hemos olvidado los españoles. Ese dinero abandonado está en el banco; cuentas que quedan inactivas, olvidadas y cuyo dinero, por poco o mucho que sea, pasa directamente a las arcas públicas.

Hacienda se queda con todos los depósitos que no hayan registrado movimiento en los últimos 20 años y ocurre más a menudo de lo que parece.

Están los emigrantes o extranjeros que se van de España dejando dinero en el banco, los que abandonan la cuenta porque contiene cantidades ridículas y los que directamente las olvidan.

Y así céntimo a céntimo, el estado ha recaudado desde el año 2000, cerca de 90 millones euros. Los otros 75,9 millones extra los obtiene a través de las herencias de aquellos que no dejan testamento o carecen de herederos legítimos.

El negocio es tan rentable que incluso hay empresas especializadas en cazar herencias sin dueño. Desde el 2000, Hacienda ha destinado 7,2 millones a premiar a estos informadores.

Es el negocio del dinero de nadie. Porque, ya ven, aquí cada céntimo cuenta. Que no está el bolsillo para perder la memoria.