María Vicente es un prodigio del atletismo, pero nadie lo hubiese imaginado. Ni siquiera su madre, María José, que año tras año insistía: "María, ¿te apuntas a atletismo?", le preguntaba siempre al inicio de curso. "No quiero correr, es muy cansado", le contestaba la pequeña una y otra vez. "Yo pensaba que el atletismo era solo correr y no me quería cansar…", se defiende entre risas la catalana, que no descubrió su pasión hasta que pisó la pista por primera vez. Eso sí, lo hizo hace ocho años, engañada.

Ante la constante negativa de María, su familia decidió urdir un plan para que probase: "Me dijeron que iba al cine y me llevaron a la pista de atletismo con mi primo", explica. Así que, una vez en el tartán, no le quedó más remedio que unirse: "En vez de quedarme enfadada en la grada, bajé con los demás", dice. Y fue en ese momento en el que descubrió que el atletismo no era solo correr: "Nos pusieron a lanzar jabalina (unas pelotas), a saltar vallas, un poco de longitud… Ver todas las cosas que podía hacer me atrajo mucho". Y al año siguiente, por fin, se apuntó a la actividad.

"Yo pensaba que el atletismo era solo correr, era una niña, y no me quería cansar"

María empezó a hacer atletismo con diez años y a competir con trece. Destacaba en las pruebas y ganaba. Aunque no todo el mundo veía su éxito con buenos ojos y querían manchar sus victorias: "Es que es más grande, es que no ha nacido aquí...", recuerda resignada María José. Aunque para María, ese discurso solo era una excusa: "No creo que fuera porque yo era muy alta o porque era de color… Simplemente hay veces que, cuando eres pequeña, te ganan y no quieres aceptar que es porque la otra persona es mejor", explica la atleta.

Tenía dieciséis años cuando María se proclamó campeona del mundo juvenil de heptatlón en Nairobi y diecisiete cuando consiguió la plata en los Juegos Olímpicos de la Juventud en Buenos Aires. Ahora, con la mayoría de edad recién estrenada, ya es récord absoluto de pentatlón en España y todas las expectativas están puestas en ella.

"El futuro de María Vicente es muy prometedor", reconoce Fernando Martínez, su entrenador. Si se clasifica para Tokio 2020, la atleta podría ser olímpica antes de cumplir los veinte años. Podría ser la mejor de España, la mejor de Europa, del mundo. Podría llegar a ser la mejor de las mejores. Presiones que, dice su entrenador, no le hacen daño: "Le afecta positivamente, los retos le estimulan, la hacen crecerse", asegura Fernando.

"Hay que seguir luchando por lo que quieres porque, cueste más o cueste menos, llegará"

María confiesa que toda la confianza depositada en ella le provoca cierta "presión", sobre todo por si las cosas no salen bien: "Ahora si no llego, ¿qué dirán?", reflexiona. Aunque su motivación, sus "ganas de seguir luchando y seguir entrenando", están por encima de toda tensión. Así se enfrenta María al futuro, de la misma manera que lo hizo cuando cuestionaban su edad: luchando, demostrando que puede. Y que venga lo que tenga que venir, porque ella va a seguir trabajando paso a paso, año a año: "Cuando se acaba una etapa, voy poco a poco a por la siguiente". Rendirse no forma parte de sus planes: "Mi plan B es continuar con el Plan A. Hay que seguir luchando por lo que quieres, esforzándote, porque cueste más o cueste menos, llegará". Y María tiene talento y fuerza para lograr todo lo que se proponga.

*

Producción: Javier Torrijos | Realización: Adrián Carreira | Redacción: Sara Campos y Bea Lozano | Imagen: Adrián Carreira y David Ortega | Grafismo: Nacho Félez y Nacho Sanz | Texto: Sara Campos

Agradecimientos: al Comité Olímpico Español, al Centro de Alto Rendimiento de Sant Cugat del Vallés (Barcelona) y a DK Team Grupo de Entrenamiento.