La selección de Inglaterra, gracias a los goles de Daniel Sturridge, Adam Lallana y Gary Cahill, derrotó este viernes a Escocia por un contundente 3-0 en el estadio de Wembley y se llevó el 'Derbi de Gran Bretaña' antes de recibir el próximo martes a España.

Recuerdo a los caídos británicos y mucho fútbol

El partido de selecciones más antiguo del mundo -113 encuentros con el de hoy- estaba marcado, además de por la conocida rivalidad entre estos dos viejos conocidos, por la polémica sobre el 'poppy', la amapola, un símbolo muy respetado en el Reino Unido en recuerdo de los caídos británicos en la Primera Guerra Mundial.

La FIFA advirtió a ambas federaciones que serían castigadas con una sanción económica, pérdida de puntos o, incluso, las dos si los jugadores de los 'Three Lions' y de la 'Tartan Army' lucían el famoso 'poppy' en las camisetas o brazaletes.

Hicieron caso omiso los dos equipos a las advertencias de la FIFA y los 22 futbolistas, además de los entrenadores, lucieron con orgullo la amapola roja en las mangas, en el caso de los jugadores, y en la solapa, en el de los técnicos.

A los ingleses les costó abrir la lata. 23 minutos exactamente, el tiempo que tardó Sturridge en cabecear al fondo de la red un preciso centro desde la derecha de Kyle Walker.

Poco antes, Wayne Rooney pudo adelantar a los suyos con un lanzamiento de falta desde la frontal que tocó en la barrera y se marchó a saque de esquina.

No se vio mucho más hasta la segunda mitad, en la que, para sorpresa de los de casa, Escocia empezó enchufada: primero Forrest, con un disparo con la zurda que se marchó fuera por poco, y luego Snodgrass, merced a un zapatazo que blocó magistralmente desde el suelo Stones, tuvieron el tanto del empate en las botas.

Sin embargo, en apenas dos minutos se pasó del posible 1-1 al 2-0, cuando Lallana metió la redonda en el fondo de la red tras una buena jugada colectiva: Sturridge recogió el balón en la frontal, vio como Danny Rose lo doblaba por la izquierda y éste puso un centro preciso que el futbolista del Liverpool cabeceó al palo largo de Gordon.

No dieron respiro los de Southgate y sólo 11 minutos después completaron la goleada con un nuevo gol de cabeza, obra del defensa Gary Cahill tras un córner botado por Rooney. Pudo Raheem Sterling sumarse a la fiesta en el 70, pero su disparo, prácticamente desde la línea de gol, con todo a favor y sin oposición, se marchó inexplicablemente por encima del travesaño.