Un petardo, un estallido causaba el pánico. El artefacto hería directamente a un jugador.
La tensión se desataba cuando hinchas del Talleres saltaban al césped lanzando piedras a los rivales bajo la pasividad de la policía, que solo escoltaba a los árbitros.
Jugadores de ambos equipos salían juntos para evitar los ataques, pero de nada sirvió. Al llegar a vestuarios, mas amenazas, unos hechos lamentables, en los que la barra brava volvía a atacar.
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