La mayoría de los éxitos del Atlético de Madrid durante la etapa de Diego Pablo Simeone responde a un mismo patrón basado en la intensidad, en un aguerrido carácter y en una filosofía que prioriza el resultado por encima del juego desplegado. La desmedida crítica por ir contra la norma nunca ha afectado al seno colchonero, que se ha sentido fuerte en plena era en la que prima lo estético y que ha servido de ejemplo para muchos equipos con menor potencial de recursos. Pese a esta fama, el cuadro madrileño trata de despojarse de las etiquetas desde la temporada pasada y en ocasiones da motivos de peso para ello.

Lo demostró el Atlético en su partido contra el FC Barcelona, adalid de la bandera del buen juego desde los tiempos de Pep Guardiola. Tras sobreponerse a un inicio espeso, en el que Leo Messi necesitó escasamente treinta segundos para dejar su carta de presentación en el Wanda Metropolitano con una jugada maradoniana, los rojiblancos se convirtieron en protagonistas con una presión alta, forzando la pérdida del Barcelona y dificultando la basculación. En cuanto a circulación, amasó el balón, movió horizontalmente con paciencia y construyó hasta encontrar el vacío en el sistema defensivo su contrincante.

De esa manera se construyó el primer tanto de la noche. Si de estilos hablamos, el Atlético de Madrid también sabe jugar al ‘tiki-taka’. El origen de la jugada del gol arrancó en campo propio, en los pies del capitán Gabi Fernández. Maduró la jugada, moviendo desde abajo y mareando en el costado derecho antes de orientar el juego hasta el izquierdo. Así los colchoneros enlazaron un total de 18 pases de forma ininterrumpida, participando todos los jugadores de campo salvo Jan Oblak y Ángel Correa, antes de que Saúl Ñíguez alojara el esférico en el fondo de las mallas.

Saúl, talismán

Empieza a no ser extraño asociar una cita grande del Atlético de Madrid con el nombre de Saúl Ñíguez. Después de un inicio en el que pudo ver portería contra la Roma o el Chelsea, el ilicitano se estrenó marcando esta temporada contra el FC Barcelona. Curiosamente, sus dos últimas dianas con la camiseta rojiblanca son contra el cuadro catalán y contra el Real Madrid en aquel partido de semifinales de Champions League.

Porque Saúl, aparte de ser el futuro del Atlético y el chico que no sabe meter un gol feo, es un talismán para el equipo que dirige Diego Pablo Simeone. Once de los últimos doce goles que ha marcado con el Atlético de Madrid han servido para abrir la lata del partido. En el único encuentro que no hizo el 1-0 de esta franja de partidos en los que vio portería, el canterano asistió a Kevin Gameiro para que hiciera el primer tanto del encuentro.

Así, Saúl se ha antojado decisivo en muchas contiendas recientes. Más allá de abrir el marcador contra el Barça, creyó en la remontada de Champions contra el Real Madrid. También fue importante para encarrilar la eliminatoria europea contra el Leicester City, marcando en el King Power Stadium, al igual que contra el Bayer Leverkusen en la ida de los octavos de final. No está de más recordar que también hizo el 1-0 contra el PSV en la pasada edición de la Liga de Campeones, por no hablar del valioso tanto que marcó al Bayern de Munich en el curso 2015/16.