Hace apenas dos décadas, en muchas ciudades españolas era casi imposible encontrar un restaurante japonés más allá de alguna gran capital. Hoy, en cambio, hay sushi en los supermercados, ramen en los barrios y hasta niños que piden edamame como quien pide pan. La comida japonesa ha pasado de ser una rareza exótica a una habitual en nuestras mesas. Pero, ¿qué tiene este tipo de cocina para habernos conquistado así? ¿Cómo encaja en una alimentación saludable?

Spoiler: bastante bien. Y no solo por el sushi.

La cocina japonesa es mucho más que arroz con pescado. Es una cultura gastronómica milenaria que apuesta por la sencillez, el equilibrio y el respeto al alimento. Y, desde un punto de vista nutricional, eso ya es un punto a favor.

Una cuestión de equilibrio

Una de las claves del éxito de la dieta japonesa es su forma de combinar los alimentos. No hay platos cargados de grasa ni raciones excesivas. Al contrario: la cocina nipona se basa en preparaciones ligeras, con protagonismo de vegetales, pescados, algas, arroz y soja. Todo cocinado con técnicas suaves, como el vapor, la plancha o los encurtidos, que respetan el sabor natural del alimento.

Además, los japoneses tienen un concepto muy interesante llamado ichiju-sansai, que significa "una sopa y tres platos". Esta estructura busca incluir diferentes grupos de alimentos en cada comida, de forma armónica:

  • Un bol de sopa, normalmente de miso
  • Un plato principal (suele ser pescado o tofu)
  • Dos platos secundarios con vegetales, encurtidos o algas
  • Un bol de arroz blanco
  • Té verde, claro

Ese equilibrio, donde no se abusa de nada y todo tiene su lugar, es una filosofía que podríamos importar sin problemas.

Desde el punto de vista nutricional, muchos ingredientes típicos de la cocina japonesa tienen propiedades muy interesantes. algunos ejemplos:

  • El pescado azul (como el salmón, el atún o la caballa) es rico en omega-3, que ayuda a cuidar nuestro sistema cardiovascular
  • Las algas (wakame, nori, kombu…) aportan minerales como yodo, hierro y magnesio, y además contienen fibra soluble que favorece el tránsito intestinal
  • La soja fermentada, presente en productos como el miso, el natto o la salsa de soja tradicional, contiene probióticos que benefician a nuestra microbiota intestinal
  • El té verde es una fuente de antioxidantes naturales, como las catequinas, que tienen efectos antiinflamatorios y protectores
  • El jengibre y el wasabi, además de dar ese toque picante, son digestivos naturales que estimulan la salivación y ayudan en la digestión

Por supuesto, no todo lo japonés es automáticamente saludable. Los fritos tipo tempura, las salsas comerciales cargadas de sal o el abuso de arroz blanco pueden convertirse en un problema si no se consumen con moderación. Pero en general, si comparamos esta cocina con otros modelos, sale bastante bien parada.

Mucho más que sushi

Aunque el sushi sigue siendo la estrella indiscutible (y el gran embajador de la gastronomía japonesa), hoy en día hay una explosión de propuestas que van mucho más allá:

  • El ramen, esa sopa con fideos que puede ser ligera o contundente, se ha convertido en un fenómeno de culto
  • El donburi, un bol de arroz con diferentes toppings, es una alternativa cómoda, equilibrada y personalizable
  • Los bento o cajas de comida para llevar están empezando a popularizarse en oficinas y hogares como opción práctica y saludable
  • La repostería japonesa, con sus mochis de arroz, anko (pasta de judía dulce) o bizcochos suaves tipo castella, ofrece dulces con menos azúcar y grasa que los occidentales

Además, se empieza a ver una tendencia de fusión: platos que combinan ingredientes japoneses con recetas mediterráneas, creando opciones nuevas que respetan lo mejor de ambos mundos.

El toque emocional

Y no podemos olvidar que, más allá de lo nutricional, hay algo en la comida japonesa que conecta con nosotros a otro nivel. Tal vez sea su estética minimalista, su ritual, su atención al detalle. o quizás sea que comer con palillos nos obliga a ir más despacio, a saborear, a estar presentes.

En un mundo de prisas y pantallas, esa pausa que propone la comida japonesa es también salud. Porque comer bien no es solo elegir alimentos con buenos nutrientes, sino disfrutar de la experiencia, compartir, agradecer.

¿Moda o revolución?

Puede que empezáramos pidiendo sushi los viernes por la noche como una novedad. pero hoy, muchos lo incluyen en su menú semanal con naturalidad. La comida japonesa ha dejado de ser una rareza para convertirse en parte de nuestra vida.

¿Será una moda pasajera o una revolución que ha venido para quedarse? Todo apunta a lo segundo. Y, sinceramente, que en España nos hayamos enamorado de una cocina que pone el foco en la salud, el respeto al producto y el equilibrio... no puede ser más buena noticia.