"No sentir rabia es un privilegio", leía en la foto de perfil de una periodista este lunes. Esta frase se ha quedado en mi retina estos días y he conectado con ella de una manera tan profunda que duele, pero a la vez me impulsa a continuar luchando por intentar poner mi esfuerzo en el cambio social. Porque la rabia viene de un dolor, la rabia nace de la injusticia social, la rabia es catalizador para cambiar las cosas. Y esa rabia que yo sentí cuando tuve que abandonar el mercado laboral, cuando tuve que decirme a mí misma, antes de romperme: "No puedes más" ha sido el motor, y sigue siéndolo, para luchar por las madres de este país.

Como cada vez que una madre se me acerca y me mira a los ojos emocionada y me dice: gracias por luchar, gracias por representarnos, gracias por no renunciar y seguir luchando. Ya renuncié una vez y, sinceramente, hay días que dudo de si merece la pena, de si podré seguir porque es AGOTADOR. Pero entonces, ese día que creo que la anestesia social o la falta de respeto, empatía, compromiso, voluntad de los políticos y políticas de este país, la falta de corresponsabilidad de las empresas que miran a otro lado, el silencio cómplice de muchas personas, la resistencia de tantas otras se eleva y me detiene, conecto de nuevo con la rabia, con ese dolor y me recuerdo el porqué de mi inconformismo, el porqué de seguir creyendo que es posible, pero desde lo más profundo, desde ese lugar de creer, de sentir, de alzar la voz, desde ese lugar que no es pose, que no es forzado, que no tiene un interés personal, sino colectivo.

Y entonces le doy su espacio a la rabia y la conecto con nuestro objetivo: conseguir que ninguna mujer renuncie por el hecho de ser madre y me agarro a los datos que ponen en cifras necesarias la realidad social. Y justo en ese momento todo cobra sentido de nuevo. Así que hoy agradezco a esa campaña, famosa ya, cumpliendo objetivo como pretendían, de "paseadores de niños" (y niñas, digo yo) su falta de respeto y su poca ética publicitaria para hacer de nuestra lucha, de nuestra misión, de nuestro dolor y sufrimiento la excusa perfecta para lanzar una cuenta fake, un bulo ¿para qué? Para vender. Me han recordado de un plumazo por qué me desencanté de gran parte de mi profesión.

Hablo como Malamadre, como presidenta de una lucha que merece empatía y respeto, pero hoy también como publicista que sabe que esos creativos (hombres, por supuesto), que están detrás de esta campaña, no han entendido nuestro dolor, no son conscientes de que con eso no se juega, no conocen los datos de la realidad social y solo les importa arrasar en el próximo festival de publi, donde se agarran el cubata, mientras aplauden las mayores "genialidades", sin importar a costa de qué, sin comprometerse con el gran poder que tienen si lo hicieran bien. Pero entonces estaríamos hablando de responsabilidad social, inexistente en las agencias de publicidad donde si eres madre "chao" y donde la conciliación brilla por su ausencia, así que no me vengan con el discursito, que ya me sé, de "es una estrategia para captar la atención y concienciar para que los niños y las niñas salgan más a la calle y miren menos las pantallas, es por su vista". Para conseguir eso, primero hay que ser una empresa con propósito, predicar con el ejemplo y no construirlo para vender más. Y si de verdad les importa espero ver próximos pasos que lo demuestren.

Bueno, a lo que iba que GRACIAS por sacar mi rabia estos días como madre, como mujer, como publicista y como creativa. Gracias, que estaba sufriendo por estar demasiado tranquila. Y una cosita, la próxima campaña fake, inclusiva por favor, que esto sí que cuesta poco, es añadir "madres", "niñas", venga que podéis.

Este comentario lo dejé el pasado domingo, cuando por supuesto ya sabía que era una campaña de publi, para dejar claro que "no todo vale", que los bulos no conciencian, enfrentan. Creía que lo de "el fin justifica los medios" lo habíamos superado.

Comentario de Malas Madres en Instagram

¡Ah! Se me olvidaba, el humor, sí, siempre, lo llevamos usando en Malasmadres una década, pero con respeto "my friend".