- "Mamá, necesito la camiseta del baile, ¡no me la has comprado!", me dice mi hija mayor (10 años).

- "Mañana, no te preocupes"

Ese mañana que nunca llega hasta que quedan dos días para el final de curso.

- "Mamá, ya queda menos"

- "¿Para qué hija?"

- "Para no tener cole", me dice mi hija mediana (7 años) con alegría desmedida, mientras yo pongo una media sonrisa torcida.

- "Sí, ¡qué alegría!", le digo con sarcasmo, mientras no tengo aún cerrado el tema campamentos - vacaciones.

Mis hijas me recuerdan cada día que la vida no me da 'pá más', que mi memoria está en Las Bahamas y que queda menos de un mes para dar carpetazo al curso escolar. Sudores fríos, dando gracias a la escuela infantil que no cierra sus puertas porque teletrabajar con la tercera (2 años) es deporte de riesgo… Ya me gustaría a mí ver a Calleja en estas lides.

Y la gran pregunta: ¿qué hacemos con los niños y las niñas en verano? Y un sistema que, como cada año, deja a un lado los cuidados. Las Malasmadres se debaten entre pedir clemencia a las buenasabuelas o rezar para coger una de las pocas plazas del campamento público de verano. Vamos, que o tienes los dineros para buenamente pagar o te ves cogiendo un mes sin sueldo, teletrabajando "con suerte" con las criaturas desquiciadas (y con razón) por casa o encomendándote al lexatin para no perder la poca salud mental que te dejó la pandemia.

Esta semana estuve en la presentación de un estudio que dice que "el bienestar emocional baja cuando tienes una carga económica por encima de lo recomendado y convives con niños y adolescentes". ¡Las Madres lo sabemos! Es más, no es que baje el bienestar, es que estamos a un paso de la huida en masa.

Y de nuevo la bendita conciliación y un sistema que nos abandona, dejando claro con sus pocos hechos (y muchas palabras) que lo de conciliar, ya sea en invierno o en verano, es cosa nuestra. Un asunto propio, individual, que tienes que resolver tú SOLA con los recursos que tengas. Y sálvese quien pueda. Luego querrán que no renunciemos a nuestras carreras, que llevemos el pelo planchado y la sonrisa perpetua.

Nos han engañado, nos han engañado queridas con el "tiempo de calidad". Necesitamos TIEMPO y necesitamos apoyos, redes formales del cuidado para que las madres podamos trabajar. Y necesitamos conciliación porque no queremos trabajar y abandonar los cuidados, que es otro trabajo, el que no se ve.

Comienzan los juegos de la conciliación en verano. Yo propongo el día de fin de curso llevar a Moncloa a todos los niños y niñas de este país. Allí tienen espacio suficiente para disfrutar del verano, que es lo que se merecen.