Desde siempre el árbol de Navidad se coloca en mi casa el día de la Constitución o el de la Inmaculada Concepción. En los años noventa mis padres iban cada año a un vivero a comprar un abeto natural que al terminar las fiestas se plantaba en la finca de unos amigos. Hace casi una década en mi casa se pone un árbol artificial que heredé de unos familiares. Tendrá veinte o treinta años. Es un árbol con la estructura de acero y las hojas de plástico, en concreto una combinación de rafia de polietileno que imita a la madera y PVC ignífugo (un tipo de cloruro de polivinilo flexible) para las hojas verdes.

Los adornos son los que usaba de pequeña, los que fueron heredando y comprando mis padres. Hay uno en concreto que tiene más de sesenta años. Es una paloma hecha con miga de pan, como las figuras tradicionales de San Andrés de Teixido. El adorno más moderno tiene un par de años, es un corazón en forma de globo lacado en rojo de alto brillo.

Usar el árbol y los adornos que ya se tienen es la opción más sostenible. Sin embargo, mi elección no es por sostenibilidad, sino que responde a una liturgia personal con la memoria. Algo que muchos compartimos sobre todo en estas fiestas. No obstante, si uno no tiene en casa un árbol artificial ni uno natural y quiere hacerse con uno, ¿cuál es la opción más sostenible?

Lo más sostenible desde el punto de vista medioambiental sería no comprar ningún tipo de árbol, ni artificial ni natural; pero si disfrutas del ornamento navideño, la respuesta no es simple. Hay varios tipos de árboles naturales, cada uno con un impacto medioambiental diferente, y además la respuesta depende de qué se puede hacer con él una vez termina su vida útil. Plantarlo en una finca cualquiera no siempre es posible, ni siquiera es siempre lo mejor.

También hay diferentes opciones de árboles artificiales. No es lo mismo un árbol fabricado al otro lado del mundo que uno fabricado al lado de casa, ni tampoco es lo mismo un árbol que tengamos previsto usar durante décadas que uno provisional del que nos desharemos en poco tiempo.

Para evaluar el impacto ecológico de cada opción hay que medir, y para eso se puede usar el cálculo de la huella de carbono o el análisis de ciclo de vida, que implica calcular el impacto medioambiental de un producto desde la extracción de las materias primas con las que se fabrica hasta que el producto termina en una planta de gestión de residuos o de reciclaje.

La huella de carbono consiste en medir las emisiones de dióxido de carbono equivalente para todo el ciclo de vida del producto. Según datos de la organización Carbon Trust, un árbol natural que acaba convertido en astillas para la industria maderera o celulósica o es quemado como leña tiene una huella de carbono de 3,5 kg de CO2. Si el árbol termina descomponiéndose en un vertedero, su huella aumenta significativamente a 16 kg. En cambio, un árbol artificial que no se recicla y acaba en el vertedero puede alcanzar una huella de carbono de hasta 40 kg de CO2. Esto significa que para que un árbol artificial compense la huella de carbono de un árbol natural se debería usar al menos una década, o entre cinco y siete años si se recicla al final de su vida.

Estas cifras se entienden mejor si se tiene en cuenta que un árbol ha sido durante toda su vida un sumidero de CO2. Ha trasformado el CO2 del aire en materia orgánica, de modo que si el árbol se mantuviste con vida, su huella de carbono sería negativa. Desgraciadamente, se estima que más del 90% de los árboles de Navidad se mueren a las pocas semanas de estar en casa, así que su huella de carbono se dispara.

Si te decides por un árbol natural, hay varias cosas que debes tener en cuenta. Cada año acaban en la basura más de dos millones de árboles de Navidad. En algunos casos hay quien los compra sin cepellón, sin raíces, que es como comprarlos muertos. De esa forma es imposible recuperarlos. Por eso lo recomendable es adquirir los árboles naturales en viveros que certifiquen el origen de sus árboles. De ese modo los árboles procederán de cultivos controlados, no provocarán la deforestación de los bosques y contribuirás a la economía del medio rural. Hay viveros en casi toda España en los que se pueden comprar árboles con cepellón, incluso cultivados en maceta, destacando en volumen de producción los de Galicia, País vasco, Navarra y Cataluña.

Además por lo general estos viveros cuentan con un sistema de recogida para tratar de dar una segunda vida a los árboles, bien replantándolos, bien convirtiéndolos en abono, cobertura vegetal o pellets de biomasa para calefacción. Lo ideal sería adquirirlo en el vivero más cercano para reducir la huella del trasporte. Si vas a comprar un árbol en coche a más de 50 km de casa, la huella de carbono del desplazamiento sería mayor que la del árbol.

Las especies más habituales para usar como árbol de Navidad son de la familia de las pináceas, aunque también se utilizan cipreses. En ambos casos son árboles que necesitan una cantidad de terreno importante y les cuesta progresar en maceta. Son especies de exterior, por lo que estar dentro de casa, con calefacción, luces y adornos colgando son para ellos una sentencia de muerte.

Si por fortuna el árbol sobrevive a las fiestas, los ingenieros de montes alertan de que estas especies no se deben plantar en cualquier terreno, ya que en muchos casos son especies foráneas que podrían desplazar a las autóctonas y suponer una amenaza para la biodiversidad. Por eso es importante conocer si en tu comunidad o en el vivero más próximo hay un servicio de recogida.

Si al final te decantas por comprar un árbol artificial, que sea con la idea de usarlo durante toda la vida. Esa sería la opción más sostenible de todas. La menos sostenible sería comprar un árbol artificial de usar y tirar. O un árbol que sabes que en un par de años va a dejar de gustarte. Tanto da que sea de plástico, de metal, de vidrio, de cartón o de madera. Ningún producto de usar y tirar es sostenible. Con independencia del material, deberías usar el mismo árbol durante años si pretendes minimizar su impacto ecológico. Así que, si vas a elegir un árbol artificial procura que te acompañe durante muchos años.