1. Una piel bronceada es una piel preparada para el sol

El bronceado es el síntoma de una piel que ha sido agredida por la radiación solar. El bronceado es un mecanismo de defensa, y no sirve para proteger a la piel de los daños de la radiación ultravioleta, ni la UVA ni la UVB. Ambas producen estrés oxidativo y radicales libres, son capaces de alterar el ADN e inducir procesos cancerosos.

La radiación UVA produce un bronceado inmediato y poco duradero que se logra por oxidación de las melaninas, los pigmentos de la piel. Esta radiación atraviesa la epidermis, produciendo daños en la salud más graves de lo que se creía hace años. Produce diferentes tipos de cáncer, debilita el sistema inmunitario y origina manchas en la piel y arrugas.

La radiación UVB penetra poco en la piel, pero al ser más energética produce quemaduras, enrojecimiento o eritema. Es la radiación responsable del bronceado duradero, ya que opera sobre los melanosomas, las células productoras de melaninas. La radiación UVB es mutagénica, produce alteraciones en el ADN que pueden originar diferentes tipos de cáncer.

2. El factor de protección indica el tiempo de exposición solar

Un SPF 30 no significa que puedas estar 30 minutos al sol sin quemarte. El factor de protección solar o SPF indica la protección frente a la radiación UVB. Se mide comparando cuánta dosis de radiación UVB es necesaria para que aparezca un eritema en una piel sin protección y una piel fotoprotegida. Por ejemplo, si el eritema se produce con 2 mJ/cm2 sin fotoprotector, y con fotoprotector se produce con 60 mJ/cm2, el SPF será 60/2, es decir SPF 30. Esto significa que el fotoprotector multiplica por 30 la energía a la que la piel puede estar expuesta.

Esta medida suele extrapolarse a unidades de tiempo, aunque esto solo se debe tomar como orientación: si una persona en un momento dado del día se quemaría en 2 minutos, con un SPF 30 tardaría 30 veces más.

3. El fotoprotector tarda 30 minutos en activarse

Los filtros solares funcionan desde el momento de la aplicación, no tienen que "activarse". La recomendación de aplicarse la crema solar 30 minutos antes de la exposición al sol se hace para evitar los daños solares que se producen justo antes de aplicar el fotoprotector. Por ejemplo, durante el trayecto a la playa, en el tiempo que uno tarda en acomodarse en la toalla o en aplicarse el producto en todas las partes del cuerpo, a veces trascurren varios minutos en los que se acumula daño solar.

4. Los filtros químicos y los filtros físicos nanoparticulados son tóxicos

Todos los ingredientes utilizados en cosmética pasan numerosos controles sanitarios, y han sido aprobados por la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios. Ningún filtro solar es tóxico. Tóxica es la desinformación y la publicidad del miedo.

5. Hay que tomar el sol sin protección para no tener déficit de vitamina D

La radiación ultravioleta favorece la formación de vitamina D como parte de la ruta metabólica del colesterol. Sin embargo, salvo casos excepcionales como personas afectadas por osteoporosis, los niveles de vitamina D de la población general son buenos.

Ya nos exponemos al sol sin protección muchas veces sin darnos cuenta, bien porque confiamos erróneamente en que la ropa nos protege, bien porque utilizamos menos protector del que deberíamos, no lo reponemos con la frecuencia adecuada, o no usamos ninguna protección los días nublados o los días que no vamos a la playa.

También hay que tener en cuenta que los filtros solares no actúan como pantallas frente a la radiación. Es decir, por muy alto que sea el SPF, no implica que la protección sea del 100%. Siempre hay cierto porcentaje de radiación ultravioleta que llega a la piel. Este porcentaje es suficiente para el metabolismo. Así que usando protección solar se obtiene la suficiente vitamina D, y así lo hacemos de forma segura, sin riesgo para la salud.

6. Ya no existen los fotoprotectores "pantalla total"

Actualmente el SPF máximo que se puede indicar en un producto de protección solar es 50+. Es el equivalente a lo que antiguamente se llamaba "pantalla total" o "SPF 100". Para indicar SPF 50+ el valor real del SPF tiene que ser igual o superior a 60. Así que no es que ahora no existan los fotoprotectores "pantalla total", o que los fotoprotectores actuales protejan menos ahora que antes, es que simplemente se les ha cambiado el nombre.

El método COLIPA establece que el SPF 50+ es la reivindicación más alta que se debe incluir en un fotoprotector de uso común. Sin embargo, hay excepciones todavía permitidas, como productos específicos para intolerancias graves al sol, antecedentes de cáncer de piel, pacientes oncológicos o con queratosis actínica. Por eso en productos sanitarios se permite el uso de la nomenclatura antigua SPF 100.

7. Si no te bañas no hay que reaplicar el fotoprotector

Por norma general hay que reaplicar la protección solar cada dos horas. Después de ese tiempo, por el roce, el sudor y la degradación de la fórmula y los filtros, la capacidad protectora del producto va mermando. La cantidad de producto también es muy importante. Muchas quemaduras se producen por utilizar menos producto del necesario.

8. Si es waterproof no hay que reaplicar tras el baño

El agua es transparente a la radiación ultravioleta, por eso es importante conocer si un fotoprotector actúa bajo el agua y si resiste el baño. La denominación 'waterproof' (impremeabilidad) significa que el fotoprotector no pierde su capacidad protectora después de 80 minutos de inmersión en el agua, o tras 4 baños de 20 minutos. Ambas situaciones medidas con secado por evaporación, sin usar la toalla.

Hay que tener en cuenta que, en una situación normal, los tiempos de exposición solar tras varios baños podrían exceder el tiempo aconsejado de reaplicación del producto. En ningún caso se debería estar más de dos horas expuestos al sol sin reponer la fotoprotección.

9. Mejor gorro y camiseta que fotoprotector

La crema solar o el uso de ropa no son excluyentes, ni lo uno es mejor que lo otro, sino que depende de la situación, y sobre todo del tipo de ropa. Una camiseta clásica de algodón equivale a usar una crema con tan solo SPF 15, y es todavía menor si está mojada. Por eso existen prendas de ropa que certifican la protección solar.

Para medir la capacidad de un tejido para obstaculizar el paso de la radiación ultravioleta se usa el índice UPF (Ultraviolet Protection Factor). Un tejido con UPF 50+ equivale a una protección del 95% de la radiación UVA y un 98% de la UVB. Es lo más parecido a utilizar un cosmético con protección SPF 50+. A partir de un UPF de 40, la protección que nos ofrece un tejido es muy aceptable.

La capacidad de protección de un tejido depende del tipo de tejido, del material, del entramado, y del tinte. En algunos casos incorporan materiales cerámicos particulados que funcionan de forma semejante a los filtros solares de los cosméticos.

10. Puedo usar el fotoprotector que sobró del año pasado

No se debe usar el protector solar del año pasado. Todos los productos cosméticos cuentan o bien con una fecha de caducidad o bien con un PAO. La fecha de caducidad funciona de forma similar a los alimentos. Una vez pasada la fecha de caducidad se puede garantizar que el producto sea seguro ni efectivo.

EL PAO es el periodo tras la apertura. En el envase figura como un pictograma de un bote abierto en el que dentro hay inscrito un número seguido de la letra M. Normalmente las cremas solares son 12M, es decir, mantienen sus cualidades 12 meses tras el primer uso. En cambio, los productos tipo bruma suelen tener fecha de caducidad, no PAO, ya que no hay mucha variación entre el producto usado y sin usar, porque no entra en contacto con el aire ni el consumidor lo puede contaminar por el uso.