El día 28 de abril una mujer de 40 años y de nacionalidad rusa conoció a un joven armenio llamado Samvel. Ocurrió en una pizzería de Lloret de Mar, en Girona. Ambos quedaron después para tomar unas copas en casa de él. Una vez en la vivienda irrumpió otro joven, en este caso ucraniano, llamado Anatoly.
Los tres bebieron y, en un momento dado de la noche, Samvel le propuso a la mujer practicar relaciones sexuales. Ella se negó, pero él entró en cólera y, tras golpearla, la obligó a tener sexo con él y con su amigo Anatoli. "Me golpearon y me amenazaron con un cuchillo. Me obligaron a hacer el perrito y a ladrar, mientras me grababan en vídeo. Fue horrible". Eso es lo que declaró la víctima en comisaría. La mujer explicó que "ya de madrugada me escapé por una de las ventanas. Se trataba de una planta baja. Logré huir y pedí ayuda al conductor de un camión de la basura. Me llevaron al hospital. Después fui a los Mossos y los denuncié".
La declaración de esta mujer junto con los informes médicos sirvieron para identificar y detener primero a Anatoli y luego a Samvel. Una vez ante el juez, tras tomarles declaración, fueron puestos en libertad con cargos por un delito de agresión sexual y secuestro. También le fue impuesta una prohibición de acercarse a la víctima. La mujer sufre un trastorno postraumático desde el día de los hechos, trastorno que se ha acrecentado desde que sabe que sus dos agresores están en libertad, aunque sobre el papel no se puedan acercar a ella a menos de 500 metros.
Fuentes de la comunidad ucraniana en la Costa Brava consultadas por esta redacción han explicado que ambos individuos tienen antecedentes por hechos similares. Incluso se ha comentado que los patriarcas ucranianos instalados en Lloret han reprobado y castigado a estos dos jóvenes, cuya conducta consideran despreciable. Pero con todo, ellos siguen libres y en actitud amenazante. La mujer, que no ha querido hacer declaraciones a este medio, ha cambiado de domicilio tras haber sido acosada y haber recibido llamadas amenazas de los imputados. La situación de esta víctima de agresión sexual es límite. Así lo constata la propia policía y la Fiscalía. Los que la han agredido están a su acecho.
Este caso demuestra la fragilidad del sistema para con la defensa de las mujeres que han sido víctimas de agresiones sexuales en este país. "La medida de alejamiento es insuficiente y no permite a esta mujer, soltera y con un hijo, vivir con tranquilidad", ha reconocido a este medio un magistrado del Tribunal Superior de Justicia de Catalunya. Es insuficiente y el problema sigue en la calle.