En concreto, los investigadores han encontrado que aquellos niños con una pubertad acelerada a la edad de 9,3 a 13,4 años tienen el doble de posibilidades de desarrollar diabetes tipo 2 a una edad temprana, es decir, a los 57 años o menos, en comparación con aquellos que tuvieron la pubertad entre los 14,8 a 17,9 años.

Además de aumentar este riesgo, el grupo de niños con pubertad temprana tenían también un 27% más de probabilidad de desarrollar diabetes tipo 2 tardía, después de los 57 años. No obstante, esta última relación incluye factores como el año de nacimiento, el país natal, el peso al nacer y el nivel educativo.

Un índice de masa corporal (IMC) elevado en edad adulta es otro factor de riesgo para la diabetes tipo 2, pues estudios previos ya habían encontrado esta asociación.

Por cada año anterior que se producía el crecimiento acelerado de la pubertad, el riesgo de desarrollar diabetes temprana aumentaba en un 28%, mientras que el riesgo de diabetes tardía lo hacía en un 13%.

Por el contrario, un crecimiento acelerado de la pubertad tardía se asocia con un riesgo reducido del 30% de desarrollar diabetes temprana en comparación con los que atraviesan la pubertad a la edad promedio.

Asimismo, los hombres con un brote temprano de crecimiento puberal también tenían más probabilidades de requerir tratamiento con insulina en el caso de la diabetes tipo 2.

En el caso de las niñas, la evidencia sugiere un vínculo entre el inicio de la menstruación y la diabetes. Sin embargo, existen estudios retrospectivos en los que se ha demostrado la falta de marcadores disponibles.