Para llegar a esta conclusión, se ha utilizado por primera vez un amplio conjunto de datos administrativos de universidades que han revelado quiénes participaban y cobraban por diversos proyectos de investigación.

Los datos se asociaron con la información sobre la autoría de las patentes y los artículos publicados en revistas científicas, para conocer qué personas que trabajaron en proyectos individuales recibieron créditos en las patentes y las revistas y quienes no.

Los resultados arrojaron una brecha entre el porcentaje de mujeres y de hombres que aparecen como coautores en las publicaciones. La brecha era independiente del campo de investigación.

Además, los investigadores se encontraron una brecha aún mayor: las mujeres no tienen la misma probabilidad que los hombres de figurar en patentes relacionadas con proyectos en los que ambos han trabajado.

Este estudio demostró que, en todos los niveles de puestos, las mujeres tenían menos probabilidades de obtener créditos que los hombres. La diferencia era especialmente evidente en las primeras etapas de sus carreras. Solo 15 de cada 100 estudiantes de posgrado fueron nombradas como autoras en un documento, en comparación con los 21 de cada 100 estudiantes varones.

Además, en todos los campos científicos las mujeres tenían menos probabilidades de obtener créditos: desde donde son mayoría (como el campo de la salud), hasta aquellos en los que son minoría (la ingeniería).

Las mujeres tenían menos probabilidades de figurar como aturas en los artículos de "alto impacto".

Una encuesta complementaria reforzó las conclusiones del estudio

Más de 2.400 científicos y científicas fueron consultados y las respuestas revelaron que las mujeres suelen tener que esforzarse mucho más para que sus contribuciones científicas sean reconocidas.

Varios encuestados afirmaron que la falta de voz podía afectar de forma desproporcionada a las mujeres, las minorías y los científicos extranjeros.

El 43% de las científicas encuestadas dijeron que habían sido excluidas de un artículo científico al que habían contribuido, en comparación con el 38% de los hombres.