En 1951 murió una mujer de 31 años en Estados Unidos, ocho meses después de que le diagnosticaran cáncer de cérvix. Una enfermedad tan común como desconocida en aquella época. Sin embargo, Henrietta Lacks no tenía nada de común. Antes de someterse al primer tratamiento de radioterapia para intentar curarse, le hicieron dos biopsias y las muestras se llevaron a un laboratorio de investigación.
Hoy sabemos quién era Henrietta gracias a la lucha de su familia y a ensayos como el de Eduardo Díaz-Rubio.
Hasta 1957 no se empezó a hablar de consentimiento informado en EE. UU., por lo que Lacks ni se enteró de que sus muestras iban a ser analizadas y serían la base de investigaciones. Hoy sí que sabemos quién era Henrietta gracias a la lucha de su familia y a ensayos como el que ahora presenta Eduardo Díaz-Rubio.
En Un viaje hacia la inmortalidad cuenta la historia de esta mujer y reflexiona sobre la innovación que sus células trajeron al campo de la medicina, así como la importancia del consentimiento entre investigadores y pacientes.
El descubrimiento
El biólogo celular Otto Gey fue quien descubrió el milagro de estas células. Él recibió las muestras extraídas de Henrietta. Normalmente las células humanas tienen una caducidad. Se reproducen y a los pocos días mueren, pero las de Henrietta no se comportaban así. Sus células no solo no morían, sino que se dividían y duplicaban cada 24 horas. Haciendo honor a su portadora, se les dio el nombre de células HeLa.

"Gey se dedicó a distribuirlas gratuitamente a todos los investigadores. Esas células HeLa invadieron todos los laboratorios del mundo", señala el oncólogo y presidente de la Real Academia Nacional de Medicina de España. Se produjo lo que los científicos llamaron la bomba HeLa. Porque, gracias a su facilidad para reproducirse, infectaron multitud de cultivos previos.
"Esas células HeLa invadieron todos los laboratorios del mundo, se distribuyeron gratuitamente a todos los investigadores"
Estas células fueron la base de más de 100.000 estudios hasta dar con la cura de muchas enfermedades. "La vacuna de la poliomielitis, anticuerpos monoclonales, fármacos frente al cáncer, frente al párkinson, la posibilidad de la fecundación... todo gracias a esa mujer", explica el autor de Un viaje hacia la inmortalidad.
La batalla por la inmortalidad
Las células inmortales llegaron a ser muy poderosas. "Casi provoca una guerra entre Rusia y Estados Unidos" añade Díaz-Rubio. Richard Nixon en 1971 quiso fomentar las investigaciones contra el cáncer "Ha llegado la hora en la que el país necesita esforzarse por luchar contra esta fatal enfermedad", dijo.
Para ello, colaboró con la Unión Soviética para intercambiar material genético de células cancerosas y así ampliar la búsqueda de las curas. Pero fue un auténtico fracaso, ya que poco después se demostró que las células de ambos países eran las mismas, las HeLa. Fue tal la decepción que estuvo a punto de crearse un conflicto entre ambas regiones.
La lucha de la familia Lacks
Hasta los años 70 su propia familia desconocía no sólo el hecho de que existieran esas células, sino las aportaciones a la ciencia —y los ingresos— que había generado. "Se enteran de casualidad de que aquel acrónimo que nombraba a las células corresponde a Henrietta Lacks" cuenta Díaz-Rubio.
Y aunque a finales de los 70 se publicaron algunos artículos sobre Henrietta, fue en 2010 cuando se populariza el nombre real de la joven y su increíble historia gracias al libro La vida inmortal de Henrietta Lacks, de Rebecca Skloot.
La familia Lacks llegó en 2023 a un acuerdo histórico con ThermoFisher que compensará económicamente su legado
Sin embargo, pese a la contribución inconmensurable de las células HeLa a la investigación biomédica, que ha proporcionado miles de millones de dólares a las industrias de biotecnología, la familia Lacks fue dejada al margen de todas las decisiones que han afectado a las células de su antepasada.
Hasta que, más de 70 años después, se hizo justicia. La familia de Henrietta Lacks llegó, en 2023, a un acuerdo histórico con la empresa ThermoFisher, el laboratorio que extrajo las células sin permiso y que las comercializó durante años, que compensará económicamente su legado eterno a la investigación biomédica.
Fin al cáncer de cérvix
La Organización Mundial de la Salud dice que el de cérvix puede ser el primer cáncer que desaparezca de la humanidad, y todo gracias a Henrietta Lacks. Sin embargo, todavía mueren al año 380.000 mujeres por culpa de este mal. El principal causante de este cáncer es el virus del papiloma humano, la enfermedad de transmisión sexual más frecuente en ambos sexos. "Afecta por cierto no solamente la mujer, yo he hablado ahí del cáncer de cérvix, pero afecta también a los hombres", añade el catedrático.
La OMS dice que el de cérvix puede ser el primer cáncer que desaparezca de la humanidad
La prevención primaria del cáncer de cuello de útero se basa sobre todo en la vacunación preventiva. Actualmente se recomienda la vacuna tanto a niñas como a niños a partir de los 12 años. Por lo tanto, si toda la población se vacunara, dentro de 20-30 años podría erradicarse el cáncer de cérvix. Pero ¿es posible vacunar a todo el planeta?
Como avisa Eduardo Díaz-Rubio, "El problema es que desaparezca solo en nuestro mundo y no en el tercer mundo". Porque las desigualdades afectan siempre a la salud.
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