Benito González habla con ‘Salvados’ de su paso por la cárcel y de su reinserción en la sociedad. Le condenaron en principio a 16 años. Luego, con la reforma del Código Penal, se quedó en 11 y dos meses, de los cuales continuados pagó siete y dos meses.

La primera palabra que se le viene a la cabeza cuando recuerda sus años de prisión es “tristeza” y explica cómo eran sus días ahí dentro. “Si estás en el primer grado, el día a día son 22 horas en una celda y dos horas de paseo; si estás en segundo grado, depende de la prisión, tienes entre 15 y 16 horas de celda”. Celdas de unos nueve metros cuadrados donde están dos personas, con un lavabo, una ducha, etc….

Jordi le comenta la opinión que tiene mucha gente sobre los presos de que “si esta persona ha hecho esto, tiene que pagar. Incluso, que se pudran en la cárcel”. Benito defiende al preso. Lo hace porque “lo fácil es atacarle. Es hora de que alguien le defienda”, explica el exconvicto.

Según el punto número dos del artículo 25 de la Constitución española, “las penas privativas de libertad y las medidas de seguridad estarán orientadas hacia la reeducación y reinserción social, y no podrán consistir en trabajos forzados", un artículo que no se cumple “en absoluto” tal como afirma Benito.

El problema lo atribuye a “que un psicólogo puede llevar a 300 o 400 internos con una cantidad de problemas impresionantes y con una cantidad de burocracia que no le permite salir del despacho”, explica.

Benito estudió Derecho y es un ejemplo de reinserción y rehabilitación pero no porque le hayan dado los medios. Y es que no se lo han puesto fácil, no le han ayudado. “Tú decides estudiar y lo haces tú porque quieres, nadie se preocupa de si estudias o no. Bajas a hacer los exámenes y a correr, y a ellos les da igual”, asevera.

Cuando salió de la cárcel, tuvo que acabar la carrera. Entró a trabajar en un despacho y ahí empezó todo. Después, con otro compañero que también se sacó la carrera en prisión, montó en Oviedo un despacho.

Jordi Évole comenta las dificultades que ha tenido para entrar en una cárcel. Benito asegura que es porque “en la entrada se acaba la libertad, se acaba la ley. Y eso, además, hay que esconderlo porque no quieren que se sepa la realidad”. "Solo quieren que se sepa la realidad que ellos nos quieren vender. Es la política. No hay más", concluye.