El presidente de Vox, Santiago Abascal, ha cuestionado en numerosas ocasiones la veracidad de la cifra sobre denuncias falsas que publica la Fiscalía General del Estado. En una entrevista en Espejo Público, Abascal volvió a negar que solo el 0,01% de las denuncias presentadas por violencia machista sean falsas alegando que ellos manejan "otros datos" según los cuales "un 87% de denuncias son archivadas".

Pero lo cierto es que las denuncias archivadas no son denuncias falsas, es más, "no tienen nada que ver" y mezclar ambos términos denota un "grave desconocimiento". Así lo ha confirmado Joaquim Bosch, magistrado y portavoz territorial de Juezas y Jueces para la Democracia, quien ha aclarado que las denuncias falsas son aquellas en las que "una mujer se inventa datos para incriminar a su pareja", situación que es demostrada y condenada en un juicio.

Por contra, una denuncia se archiva "en la mayoría de los casos", cuando la mujer retira la denuncia, no se presenta al juicio o pide que se cese la orden de alejamiento porque, "desgraciadamente, en muchos de estos casos, quieren volver con el propio imputado precisamente por situaciones de dependencia económica, afectiva, social, de todo tipo", ha explicado el magistrado. "Lo veo en mi propio juzgado", ha precisado.

Para Bosch, la verdadera preocupación no es la irrisoria cifra de denuncias falsas sino el elevado número de mujeres que no confían en el sistema judicial y acaban retirando las denuncias. "Yo mismo, como juez instructor, en los últimos catorce años me habré encontrado con seis o siete”, ha dicho. Sin embargo, el magistrado cuenta que, solo en el último mes, ha instruido una veintena de casos de denuncias falsas de personas que fingen el robo de su teléfono móvil para cobrar el seguro.

Mezclar ambos términos es irresponsable y peligroso, al igual que ocurre al confundir violencia machista y violencia doméstica. Tal y como ha argumentado el magistrado, "el 85% de las agresiones son de hombres contra mujeres" mientras que "el otro 15% son agresiones a hijos, hermanos, padres…".

El problema de mezclar ambos términos es que, de acuerdo con este experto, se acaba "camuflando, como ha pasado históricamente", una violencia estructural que afecta a todas las mujeres por el hecho de serlo.