Estrés hídrico es esa angustia que sentimos cuando vemos desperdiciar agua. Si lo sufre, se habrá preguntado: ¿dónde mirar cuando miramos hacia arriba y no vemos nada? No hablamos de fe, sino de sequía, aunque nos acordemos de ambas solo cuando las cosas van mal. "La sequía se debe gestionar cuando tenemos agua, no ahora que es cuando nos falta", ha señalado Julio Barea, responsable de la campaña de aguas de Greenpeace.

Nos ha pillado el toro, pero mirar podemos mirar hacia abajo: a nuestros acuíferos y aguas subterráneas. "El 30% del abastecimiento humano o urbano que se hace procede de estas aguas a medida estatal", ha añadido Barea. Son una reserva estratégica con entre cinco y seis veces más capacidad que los embalses. Sin embargo, por disponibilidad o contaminación, no todas las comunidades pueden abastecerse igualmente de ellos. También podemos mirar al mar, a las desaladoras.

Ahora trabajan al 100% las del sureste del país destinadas a la agricultura. "A medida que la sequía vaya avanzando por consecuencia del cambio climático, la desaladora tendrá que ser más utilizada. Realmente está para eso", ha explicado Francesc Hernández, catedrático de la Universidad de Valencia.

Podemos mirar a la reutilización de aguas residuales en la industria y la agricultura, pero no para el consumo humano. Y podemos mirarnos a nosotros mismos: ahorraríamos el 40% implantando nuevas tecnologías en el sector agrario; y el 50%, eliminando fugas de las ciudades.

"No nos jugamos si vamos a vivir un poco mejor o un poco peor, lo que nos jugamos a largo plazo es si vamos a vivir", ha destacado el director del Centro de Investigación sobre Desertificación, Vicente Andreu. También, hacer un gasto responsable, porque un tercio del agua domestica va, literalmente, al retrete.