Se le conoció postrada en una camilla, era octubre de 2012 y tenía sólo 15 años, los talibanes la habían tiroteado para silenciar su lucha por la educación en un país en el que el 62% de las niñas pobres no ha pisado una escuela.

Con un tiro en la cabeza, es trasladada a Reino Unido, donde pasa tres meses ingresada en un hospital. Desde entonces, se refugia en ese país. En 2013, su activismo le abre las puertas de Naciones Unidas. "Un niño, un profesor, un libro, y un lápiz pueden cambiar el mundo", afirmaba en La ONU.

La educación, dice en su poderoso mensaje, es la única solución. En 2014, con 17 años, se convierte en la persona más joven en ser galardonada con el premio Nobel de la Paz. Recibe el reconocimiento mundial, pero las puertas de Pakistán están cerradas para ella por las amenazas de los talibanes.

Hasta ahora, su gran sueño era regresar y lo ha logrado; se han difundido las imágenes de ella visitando la casa donde creció. Malala se encuentra en un viaje secreto por Pakistán. Ni siquiera se ha desvelado el itinerario por seguridad, se teme que los terroristas intenten acabar con ella.

Sí se sabe que se ha reunido con el primer ministro paquistaní; Malala se ha encontrado con un país que está lejos de acabar con el extremismo que casi la mata

Recibida con odio por los más conservadores, que la tachan de traidora y espía, Malala todavía no es profeta en su tierra .