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DESCUBRIÓ 22 NUEVAS ESPECIES

“Ángeles Alvariño era valiente y huracanada, pero sobre todo una excelente investigadora”

La oceanógrafa Ángeles Alvariño nació un 3 de octubre, en una noche huracanada que ella misma decía que había forjado su carácter, según cuenta el exdirector del Centro Oceanográfico de Vigo, Alberto González-Garcés Santiso. Conoció a la prestigiosa investigadora marina, con 33 años, en el NOAA Southwest Fisheries Science Center (EEUU) donde Alvariño era ya una reconocida investigadora.

Alberto González-Garcés Santiso en el puerto de Vigo

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La oceanógrafa gallega Ángeles Alvariño (1916 Serantes, A Coruña – 2005 La Jolla, California) fue una ilustre científica experta en zooplancton, lo que la llevó a descubrir 22 nuevas especies para la ciencia, además de ser la primera mujer en subirse a un buque oceanográfico en Reino Unido.

Su vida está marcada por su capacidad investigadora, su carácter y sus grandes logros científicos. No lo tuvo fácil e incluso llegó a denunciar discriminación por ser mujer y ver cómo este hecho le limitaba la promoción.

Hoy, un buque de investigación operado por el Instituto Español de Oceanografía lleva su nombre y es también una de las protagonistas del libro 'Oceánicas: pioneras de la oceanografía 2', editado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas.

El investigador marino Alberto González-Garcés Santiso, antiguo director del Centro Oceanográfico de Vigo, la conoció bien y nos cuenta su experiencia con ella.

¿Cuándo conoció por primera vez a Ángeles Alvariño?

Fue en 1984. En aquel momento ella trabajaba en La Jolla (California), en el NOAA Southwest Fisheries Science Center donde ya era una prestigiosa investigadora marina, en cambio yo estaba casi empezando. Me dieron una beca para una estancia y empecé a trabajar en seguimiento de pesquerías de atunes. Como sabía que Alvariño estaba en la misma institución pregunté por ella, quería conocerla.

¿Cómo fue este primer encuentro?

Era una mujer de un carácter fuertísimo. La podría describir como fuerte, arrogante y luchadora. Me llamó mucho la atención, porque cuando la fui a saludar por primera vez me recibió con cierta distancia, escaneándome. Pero una vez charlamos un rato y llegó a la conclusión de que merecía la pena tratar conmigo, fue cercana y maravillosa. A partir de entonces, se dirigía a mí para argumentar y discutir como si fuera del mismo nivel, que evidentemente no lo era.

Además, ella ya era toda una institución y usted sería muy joven.

Sí, yo tenía 33 años. Me invitaba a su casa, discutíamos de lo humano y lo divino, me invitaba a comer. Mientras estuve en EE UU me abrió las puertas de sí misma y de su casa, con un trato excelente. Me acogió y eso define bastante su carácter. A pesar de ser fuerte y crítica, al mismo tiempo era cercana. Un carácter un poco contradictorio, se podría decir. Nació un tres de octubre y decía que fue en una noche de fuertes vientos huracanados que le habían forjado el carácter. Era brava, arrogante y huracanada, pero al mismo tiempo muy agradable. Pero, sobre todo, una excelentísima investigadora.

¿En qué trabajaba Alvariño por aquel entonces?

En plancton marino. También había trabajado en una pequeña época de su vida en lo mismo que estaba investigando yo, evaluación de pesquería de atún blanco. Pero eso a ella no le interesaba demasiado.

¿Qué logros de investigación definen su importancia como científica?

Hay varios aspectos. Por un lado, era capaz de identificar las especies y saber si eran ya existentes o, por el contrario, eran nuevas. Describió un total de 22 nuevas especies de zooplancton, una gran aportación a la ciencia. Además, tenía la destreza de visualizar que muchas especies eran indicadoras biológicas de circunstancias físicas —desde el punto de vista dinámico de la física—, de corrientes marinas y ecosistemas marinos. Fue capaz de demostrar que la presencia de ciertas especies, sobre todo de quetognatos(Chaetognatha), que son unos depredadores marinos que forman parte del plancton, definían que allí había unas corrientes y ambientes marinos concretos.

¿Cómo influye esta aportación?

Hoy las corrientes marinas cuando evolucionan se identifican por satélite, nos es mucho más fácil. En aquel momento no existía esta tecnología y había que buscar un indicador. Gracias a ciertas especies se sabía que la corriente había llegado más al norte o más al sur, porque su presencia o no estaba asociada con la mayor abundancia de especies de interés pesquero, como sardinas o anchoas. Con estos quetognatos predecía con un alto grado de fiabilidad si iba a haber más abundancia de una especie u otra. Por último, también hizo grandes compendios y descripciones de zooplancton, especialmente de quetognatos, sifonóforosy medusas de todo el mundo. Su publicación sobre los quetognatos de los años 50 sigue siendo un referente para los investigadores de este tipo de especies.

¿Qué tienen de peculiar estos depredadores para que les dedicara toda una vida de investigación?

Son plancton que viven libremente en el mar y se desplazan más por el movimiento de las corrientes marinas que por su propia capacidad. Los quetognatos son depredadores con la forma de un bisturí, pero microscópico. Las medusas con las que ella trabajaba eran microscópicas, no las que todos conocemos; y los sifonóforos son muy parecidos a las medusas, pero no son especies individuales, si no que son comunidades que viven conjuntamente asociadas. Todos son predadores que se alimentan de huevos y larvas de otras especies. Entre ellas, especies de posible interés pesquero. Por eso ella estudiaba como influía la mayor o menor abundancia de estas especies sobre la presencia de larvas de especies que se convertirían en peces pescables.

Ángeles Alvariño. / IEO

Ángeles Alvariño. / IEO

Realizó la mayoría de su carrera en el extranjero, ¿cómo era su relación con la ciencia y los científicos españoles?

Era de Serantes, de Ferrol, estudió la carrera de Ciencias Naturales en Madrid y volvió como profesora a Galicia. En los últimos años 40, al marido, que era oficial de la Armada, lo destinaron a Madrid y ella se fue con él. Ahí lo que hizo fue hablar con el Instituto Español de Oceanografía (IEO) y consiguió una beca para trabajar. Comenzó su carrera investigadora.

Estuvo con idas y venidas a España desde entonces.

A partir de ahí, hizo unos cursos que le dieron la posibilidad de presentarse a una oposición para ser oceanógrafa. Se ganó la plaza y la destinaron a Vigo. Pero la pusieron a trabajar en seguimiento de bancos de cultivo de moluscos y no le gustaba. Pidió entonces una beca para ir a trabajar a Reino Unido y se la dieron en el Laboratorio de Plymouth donde estuvo casi un año. En ese momento es cuando se dio cuenta de que lo que le gustaba era el estudio del zooplancton. En Reino Unido les resultó muy curioso, porque fue la primera mujer oceanógrafa que embarco en un buque de investigación marina de Reino Unido.

¿En España era habitual?

Aquí en España ya habían embarcado mujeres en buques de investigación, hasta el año 39. Posteriormente, Ángeles volvió a Vigo, pero no estaba contenta. Pidió una beca Fullbright para ir a EE UU y allí trabajó con especies parecidas a las de Reino Unido. La valoraron muy bien, tanto que le ofrecieron un contrato para ir a California, pero al terminar la beca tenía que volver a España. Aquí siguió trabajando para irse, y cuando arreglaron todos los papeles se fue al Scripps Institution of Oceanography (EE UU) a mediados de los 50 y ya se quedó. Años más tarde consiguió la nacionalidad, y para irse renunció a su plaza de funcionaria, pero mantuvo siempre relación con el Oceanográfico y con la investigación española, de tal manera que en los años 60 cuando hace su tesis doctoral la presenta en Madrid.

¿Fue en el Scripps o en el NOAA Southwest Fisheries Science Center de California dónde denunció discriminación de género?

Era muy luchadora y consideraba que en el Scripps y también en el Southwet no la ascendían por ser mujer, pero sobre todo en el primero. Escribió a la ministra de comercio que llevaba estos centros de investigación, ella le contestó e hizo analizar todo el proceso. No quedó totalmente satisfecha con el resultado, pero lo luchó.

¿Estas situaciones son algo del pasado o según su experiencia siguen ocurriendo?

En el Oceanográfico, a partir de los años 70 empieza a haber una integración de las mujeres, entre el 84 y 85 la integración fue al 50 %, y posteriormente fue paritaria. Habría que preguntárselo a las mujeres, porque yo puedo tener una idea de que sí hay paridad, pero directora en Vigo solo ha habido una. Si la integración como investigadoras es total, en el momento que se habla de puestos de mayor responsabilidad la cosa cambia. Hoy la subdirectora es una mujer y el director un hombre.

Durante la beca Fullbright en el Woods Hole de Massachusetts (WHOI), Alvariño trabajó bajo la tutela de Mary Sears, ¿cómo cree que fue esto de relevante para ella los apoyos que recibió?

Son importantes, pero en mi opinión, lo fundamental fue su iniciativa propia. Por mucho que te tutelen si no tienes capacidad y eres bueno o buena, no vas a destacar. Alvariño cuando empezó no tuvo grandes tutelas, después sí, pero destacó por su valía. Eso se puede generalizar, porque la investigación es algo muy objetivo, hay evaluadores y analistas.

Teniendo en cuenta esta objetividad en la carrera científica, ¿en qué posición está la oceanografía española?

Bastante por encima de la media europea. Por su puesto, los grandes países que invierten muchísimo más que España en investigación nos sobrepasan, como EEUU, Japón o Reino Unido. En investigación marina estamos muy cerca de Francia y Alemania y superior al resto, con lo cual creo que estamos en buen nivel, pero no nos debemos conformar. Siempre hay que pelear por más recursos y que se puedan emplear de manera efectiva los que tengas, que es uno de los grandes problemas de la investigación en general, las trabas administrativas. La gestión tiene que estar controlada, pero hay que buscar unos métodos de seguimiento que se adapten a la investigación.

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