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WALL-E PODRÍA SER EL PRÓXIMO PEDRO J.

¿Hacia una distopía? Las noticias y libros del futuro los escribirán robots

Dentro de 30 años las noticias las escribirán robots. Prácticamente todo lo que leas –incluso la poesía– podrá haber sido redactado por una máquina. Suena feo, lo sabemos. De hecho, tiene su parte fea, pero si la automatización del periodismo se lleva a cabo de forma inteligente todos podríamos salir ganando.

¿Te imaginas un mundo en el que la información esté escrita por robots?

¿Te imaginas un mundo en el que la información esté escrita por robots? TecnoXplora

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Uno no aprecia lo que tiene hasta que un día lo echa en falta... A día de hoy, o al menos eso dicen las encuestas, tu confianza en el gremio periodístico roza mínimos. Cada cosa que escuchas en la radio, lees en los periódicos o ves en la televisión te suscita enormes dudas. La credibilidad de los plumillas está por los suelos y no te falta razón si piensas que algunos se han vendido a los poderes políticos y económicos (no todos, por suerte, ni la mayoría).

No obstante, si de algo te fías aún menos que de la prensa es de los dichosos robots. Las máquinas aún te provocan ciertos recelos, sobre todo cuando se meten donde no las ha llamado nadie. ¿Te gustaría que los platos que degustas en un lujoso restaurante fueran preparados por robots? ¿Las tendrías todas contigo respecto a las condiciones higiénicas del aparato?

Algo similar sucedería si hablamos de arte (aunque la cocina, a su modo, también lo es). Imagina una poesía escrita por un robot ¿Que sentimientos podría haber tras ella? Te asaltarían centenares de dudas porque una cosa –solo una- está clara: para ciertas tareas aún confías más en los humanos, incluso si son periodistas. Por eso, al menos de primeras, también te resultara distópico este futuro escenario: ¿imaginas que dentro de 30 años el 90% de las noticias estuvieran escritas por robots?

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“Imposible”, dirás. Pues sí, receloso amigo, esta es una de las predicciones que esgrime Kristian Hammond, fundador de Narrative Science. Esta compañía ha desarrollado 'Quill', una plataforma capaz de suplir el trabajo de los periodistas. Y lo cierto es que mal del todo no lo hace.

Su cometido básicamente es recopilar todos los datos sobre un hecho informativo que estén a su alcance y plasmarlos en un texto, siguiendo una serie de sencillas pautas. Tal es su desarrollo que incluso es capaz de sacar sus propias conclusiones -después de haber analizado una inmensa cantidad de datos- y trasladarlas al artículo. Aún son simples, pero ya falla menos que ciertos tertulianos habituales.

Y no solo eso. Este algoritmo también hace las labores de editor. Sus creadores le han enseñado a distinguir entre lo importante y lo accesorio, para entregar a la audiencia un producto perfecta (y maquinalmente) jerarquizado. Una auténtica bestia de la palabra escrita el coleguita Quill. Y, sin embargo, su 'padre', Hammond, siempre trata de tranquilizarnos: el objetivo de la herramienta no es desbancar a los periodistas, sino ahorrarles trabajo.

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Entonces, querido lector, ¿debes preocuparte? Para nada. Todo lo contrario. Si estos robots se encargan del trabajo sucio, los periodistas podrán volver a contar historias, a contrastar fuentes y a hacer todas esas cosas que antes hacían y dejaron de hacer por las prisas de internet y la escasez de recursos de los medios. Igual dentro de 30 años, cuando los robots escriban las noticias, podrás confiar más en los plumillas. Cruza los dedos.

A lo mejor te parece que tres décadas es poco, pero qué va. De hecho, algún que otro medio ya se ha atrevido a poner a prueba a estos nuevos y automatizados redactores. Entre ellos la revista Forbes, que ha encomedado a Quill algunos contenidos económicos muy especializados y aburridos, como por ejemplo las presentaciones de resultados de las compañías.

Otro de los medios donde puedes encontrar historias escritas por robots es Los Angeles Times. El cuarto medio más importante de Estados Unidos ha desarrollado su propio algoritmo, que ahora se ocupa de las noticias de última hora. Sin ir más lejos, hace apenas unas semanas cubrió con precisión y a toda velocidad un terremoto que tuvo lugar en la costa oeste del país norteamericano. Le bastaron tres minutos para redactar la nota con los primeros detalles. Por supuesto, llegó el primero y con mucha diferencia.

¿Meros traductores?

Y mientras unos tratan de enseñar a los robots a hacer noticias, para que los periodistas se puedan dedicar a hacer reportajes, otros solo piensan en ahorrar dinero. Es el caso del portal estadounidense BuzzFeed, los reyes de los gatitos y las noticias frikis, que ha desembarcado en otros países –entre ellos España o, mejor dicho, el mercado hispanohablante- de la mano de un sistema robotizado ciertamente polémico.

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En lugar de contratar periodistas o traductores para adaptar los contenidos de la versión yanqui, han optado por llegar a un acuerdo con Duolingo, una plataforma para aprender idiomas, gracias al cual serán sus alumnos los que traduzcan a otras lenguas los artículos originales. Eso sí, nada de acomodar el mensaje a la idiosincrasia de cada país o respetar los localismos. Esto es aquí te pillo aquí te mato.

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Además, ahora quieren que seas tú quien les haga el trabajo. Pero tampoco te alteres, que Google lleva usando mano de obra 'voluntaria' muchos años y no te has quejado. Por ejemplo, cada vez que resuelves un Captcha les estás ayudando a escanear libros.

Lenguaje y tecnología, obligados a entenderse

Ese futuro distópico que dibujábamos al principio ya no parece tan aciago. Tiene sus cosas buenas y sus cosas malas, como todo. La tecnología puede dar al traste con todo lo bueno de lo artesanal o puede ser una herramienta fantástica para mejorar los procesos creativos. Por ejemplo, en TecnoXplora os hemos hablado ya de Hemingway, una aplicación web capaz de corregir el estilo de un texto y simplicar las frases más complejas que haya en un artículo. Esto es objetivamente bueno para la calidad del periodismo, ¿no?. Y la cosa no acaba ahí, hay más robots en los ejércitos, representaciones robotizadas de la literatura y hasta un punto de encuentro para que los robots aprendan de sus errores.

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