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LOS DRONES SON PARA EL VERANO

Jumping Sumo y Rolling Spider, los nuevos drones de Parrot

Los dos nuevos drones de Parrot tienen más de juguete que de producto profesional. Uno salta, el otro vuela y ambos se controlan desde el teléfono.

Dron de Parrot

Minidron Rolling Spider de Parrot Parrot

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Parrot fue una de las primeras compañías en ver el potencial comercial de los drones con su AR.Drone, un vehículo que se controla con un teléfono inteligente y que puede ser utilizado tanto como como un juguete (caro) como con fines profesionales (para grabar, principalmente). Por eso en el CES de Las Vegas presentó dos nuevos productos más enfocados en el primero de estos usos, Jumping Sumo y Rolling Spider.

Lo de que son juguetes está claro desde el principio porque desde luego, no van a llevar internet a los próximos 1.000 millones de personas. Con suerte, al vecino de enfrente. Pero tampoco se puede acusar a Parrot de prometerlo: son lo que son y hacen lo que hacen. ¿Cómo? Eso vamos a ver.

Jumping Sumo se aleja de la idea tradicional de dron y se acerca más a la de coche teledirigido, ya que en lugar de hélices tiene dos ruedas. Eso sí, aunque no vuele es capaz de saltar hasta 80 centímetros gracias a una palanca situada en la parte trasera. Además, cuenta con una cámara en la parte frontal, por lo que es posible dirigirlo a 'ciegas'. También puede hacer fotografías y grabar vídeo, pero en lugar de hacerlo mediante tarjetas de memoria o en el propio almacenamiento del teléfono es necesario utilizar un pincho USB con conector microUSB, lo que resulta poco práctico.

Jumping sumo

Por su parte, Rolling Spider es exactamente lo que viene a la mente cuando pensamos en un dron en miniatura. Cabe (mal) en la palma de la mano y cuenta con cuatro hélices que permiten que alcance una velocidad de hasta 18 km/h. Lo más peculiar es un accesorio en forma de ruedas gigantes que permite que circule por suelos, paredes y techos. Por el momento es lo más parecido a la niña del Exorcista del sector.

Dron Parrot

Una vez hechas las presentaciones y sacados de su caja tocaba elegir entre hacer el bien o el mal. Mi primera inclinación, por supuesto, fue la de supervillano, pero un rápido repaso de mis posibles objetivos (mi sobrino o mi gato) me hizo desistir. Uno se puede vengar y el otro se puede traumatizar. Tras este coqueteo con el Lado Oscuro volvemos al camino de la Fuerza. Un gran poder conlleva una gran responsabilidad y eso.

Ambos se pueden utilizar tanto en interiores como en exteriores y se controlan con una aplicación disponible en Android, iOS y Windows Phone. El volador Spider lo pasa mejor sin paredes contra las que chocar, aunque esto le haga perder su condición de trepamuros y caminatechos. Lo suyo es salir a la calle, pero hay un problema: no merece la pena.

Rolling Spider se controla fácilmente, responde de maravilla y es una gozada hacerlo volar. Sin embargo, la batería de 550 mAh (los dos drones utilizan la misma, una ventaja) da para unos 5 minutos de vuelo. Es comprensible, porque tiene que alimentar cuatro motores, el Bluetooth y la cámara (que utiliza para estabilizarse, pero no transmite imágenes), pero no deja de ser un problema. A los entre 90 y 99 euros que cuesta (depende de la tienda) habría que unir el precio de una batería adicional... que no siempre será fácil de encontrar.

Como suele ocurrir, tener los pies en el suelo ayuda mucho y con Jumping Sumo se cumple la premisa. La batería se acerca a los 15 o hasta 20 minutos de paseos, saltos y, para qué vamos a engañarnos, sustos. Que se puede ser Jedi y tener un sentido del humor retorcido.

El control es más sencillo (antes de andar hay que gatear y antes de volar hay que rodar) y cuenta con una serie de movimientos predefinidos a los que se accede con dos toques. La cámara muestra las imágenes de forma prácticamente inmediata, así que la experiencia es fluida en todo momento, aunque en ocasiones falla la conexión (en este caso utiliza su propia red WiFi en lugar de Bluetooth). Los saltos son sorprendentemente precisos y mucho más que una función añadida a última hora para justificar su precio (en torno a los 150 euros). Jumping Sumo nació para saltar.

Ambos productos proporcionan exactamente lo que se espera de ellos: un rato entretenido. Por desgracia, no mucho más que eso, ya que se ven limitados por su autonomía. La llegada del mal tiempo también puede influir, porque los drones, como las bicicletas, son para el verano. Afortunadamente, estos tienen más de juguete que de helicóptero y no necesitan un parque: les vale con un salón.

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