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EXPERIMENTO CON MOSCAS DE LA FRUTA

Dormir poco en la infancia merma las habilidades para ligar

Un estudio establece por primera vez una relación causal entre el sueño en la niñez y la conducta de los adultos usando a moscas manipuladas genéticamente. La falta de sueño en la primera etapa de vida provocó una reducción del tiempo que dedican a aparearse, fracasando en su instinto de reproducirse.

Dos moscas de la fruta apareándose.

Dos moscas de la fruta apareándose. Gustavo (Flickr)

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La mayoría de los animales duermen más durante las primeras etapas de la vida que en la edad adulta, piensen en los bebés humanos como ejemplo, capaces de dormir horas y horas aunque no coincidan con las que le gustarían a sus padres. Sin embargo, no se conoce cuál es la función exacta que desempeña este exceso de sueño durante los primeros años de vida. Quizá alterar esos patrones de sueño en la juventud ayude a comprender para qué sirve.

Con esta idea en la cabeza, un equipo de neurocientíficos norteamericanos decidieron estropear las siestas de moscas de la fruta que todavía estaban en esa etapa dormilona. Decidieron manipularlas genéticamente para probar que las más jóvenes producen muy poca dopamina, un neurotransmisor que ayuda a despertar, en ciertos circuitos neuronales que se alimentan en la región del cerebro que provoca el sueño.

La activación prematura de esa región reducía el sueño de las moscas y, por lo tanto, daba respuesta a la razón por la que duermen más, revelando la programación de su cerebro que las ayuda a dormir más y a despertar menos. Pero, ¿qué pasa con estas moscas que durmieron menos en su niñez? ¿Cómo les afecta y, por tanto, qué conclusión podemos sacar sobre la utilidad de este sueño infantil?

El aumento de la dopamina en las moscas más jóvenes no sólo redujo el tiempo que pasaban dormidas, también redujo significativamente el tiempo que dedicaban a ligar en su edad adulta. De este modo, su capacidad para la reproducción quedaba seriamente mermada por la falta de sueño de su infancia.

"Las moscas pasan menos tiempo de cortejo y las que lo hacen por lo general no llegan hasta el final", explica en una nota la autora principal del estudio, Amita Sehgal, profesora de Neurociencia de la Universidad de Pensilvania e investigadora del Instituto Médico Howard Hughes (HHMI). El estudio se publica en el último número de la prestigiosa revista Science.

“Nuestros resultados demuestran que el sueño promueve el desarrollo normal del cerebro que da lugar a un comportamiento adulto decisivo para la propagación de las especies”, asegura el estudio, que además indica que sus conclusiones sugieren que algunas regiones del cerebro de rápido crecimiento en las primeras etapas de vida son muy susceptibles a las perturbaciones del sueño cuando se están desarrollando.

La pregunta es si estas conclusiones se pueden aplicar a la conducta humana, dado que las funciones del sueño en moscas y personas son muy similares en muchos aspectos, como ha demostrado hasta ahora la ciencia. Sehgal reconoce que, aunque no se pueden sacar conclusiones directas, su estudio "proporciona la primera relación causal entre el sueño en la vida temprana y la conducta de los adultos

 

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