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INOFENSIVOS PARA LOS HUMANOS

¿Te suena este bicho? Es el escarabajo del olmo, y hay una plaga

Un año de temperaturas suaves y un verano con su habitual calor han sido el caldo de cultivo perfecto para que los escarabajos del olmo aparezcan en masa en muchas zonas de Madrid.

Un ejemplar del escarabajo del olmo

Un ejemplar del escarabajo del olmo jacinta lluch valero en Flickr bajo licencia CC

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El escarabajo del olmo (Xanthogaleruca luteola) es una amenaza en forma de plaga a la que se enfrentan este año los árboles y los jardineros de Madrid, por un lado, y los vecinos que temen que entren en sus casas, por otro. Muchas asociaciones de vecinos de la capital se han quejado de la invasión de sus casas por estos minúsculos bichitos.

Suelen aparecer en masa al final de todos los veranos, agujereando las hojas de los olmos, aunque en los últimos años las quejas vecinales por su molesta presencia han ido en aumento.

Hasta ahora no se ha encontrado un método de fumigación preventivo que sirva para terminar con la plaga. Y, además, utilizar pesticidas sería contraproducente por su alta toxicidad para la vegetación, las aves, los insectos útiles para la vida del olmo e incluso para nosotros mismos.

Estos pequeños escarabajos no suponen ningún riesgo de salubridad pública, pero si son un auténtico incordio porque pueden aparecer dentro de los hogares, aunque sean inofensivos.

El Ayuntamiento de Madrid señala que la galeruca del olmo, como se le conoce normalmente, no es peligrosa para la salud humana y que se actúa fumigando cuando se detecta en una zona concreta. Eso sí, solamente se fumigan los árboles municipales, porque los que se encuentran en zonas privadas pueden seguir siendo atacados y volver a expandir la amenaza.

Cuando aparecen los escarabajos los fumigadores tienen que acabar con ellos y con todas sus larvas para evitar que vuelvan a atacar. Un ataque que se puede producir incluso en las zonas ya desinfectadas previamente.

Amenaza para los olmos

Para los olmos la galeruca es una amenaza voraz, ya que les deja bastante vulnerables y a merced de ataques de hongos u otros insectos, que pueden llegar a acabar con ellos. Afecta a sus hojas desde su nervio central, pudiendo dejar un ejemplar prácticamente consumido al ocupar las larvas todo su follaje.

Las larvas son pequeñas, parecidas a gusanos y se alimentan de la savia y la clorofila de las hojas, decolorándolas. Los escarabajos rematan la faena comiéndose las hojas, provocando agujeros asimétricos en ellas.

No obstante, la galeruca no es la culpable directa de la grafiosis, la terrible enfermedad que asola los olmos europeos y americanos desde hace más de cien años. Pero si tiene mucho que ver, ya que es una enfermedad fúngica, provocada por un hongo que, curiosamente, puede ser transportado por un escarabajo.

“Los escarabajos están adaptados para transportar en sus alas esporas de hongos, que cultivan en los árboles para luego comérselos. Esas esporas, una vez que crecen dentro del árbol, se introducen por los tubos conductores la savia y esto termina por matarlos”, explica Jorge Miguel Lobo, del Departamento de Biodiversidad y Biología Evolutiva del Museo Nacional de Ciencias Naturales.

“Es complicado que un árbol de ribera de río, que necesita mucha humedad, sobreviva bien en una ciudad como Madrid”, sostiene Lobo. “Con un buen seguimiento y unas podas bien realizadas, cuidando bien las heridas y no dejándoles desprotegidos, se podría mejorar la situación de los olmos”, añade el biólogo.

Unos incómodos visitantes

El invierno suave de este año puede haber dado alas a que estos bichos aumenten vorazmente, en número y apetito. O, al menos, es lo que sostienen fuentes municipales.

Grandes hordas han aparecido en la gran mayoría de los distritos de la capital, siendo Moratalaz, Vicálvaro, Carabanchel o Villaverde los más afectados. También hay otras ciudades de la comunidad, como Leganés, Fuenlabrada, Móstoles o Alcorcón, con olmos esquilmados y muchos vecinos molestos.

De todas formas parece que estos incómodos visitantes no tienen la intención de reducir su presencia, ya que suelen pasar el invierno refugiados en las cortezas de los árboles. En primavera vuelan hacia los árboles, comienzan a alimentarse y a aparearse y acto seguido las hembras colocan sus huevos debajo de las hojas, pudiendo llegar a poner entre 400 y 800 huevos en su ciclo vital. Y vuelta a empezar.

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