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DEMOSTRADO CIENTÍFICAMENTE

Por qué bailar nos sienta tan bien

Movernos al compás de la música estimula nuestro cerebro, y además ayuda a conservarlo en forma gracias a que le obliga a reinventarse para adaptarse a los movimientos

Bailar merengue quema 500 calorías

Bailar merengue quema 500 calorías Agencias

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La ciencia no tiene la menor duda: los seres humanos nacemos con una predisposición innata e irrefrenable a danzar. De hecho, cuando somos niños la música no solo nos emociona mucho más que las palabras sino que nos empuja al movimiento de un modo casi incontenible, tal y como han demostrado Marcel Zentner y sus colegas de la Universidad de York.

En una serie de experimentos con críos de edades comprendidas entre cinco meses y dos años, los científicos observaron que estos responden de manera innata al ritmo y al tempo de cualquier tonadilla, además de que sonríen con más intensidad cuanto mejor acompasaban sus movimientos con la música.

Da lo mismo si lo que suena es salsa, rock, pop, flamenco o tango: en todos los casos, mover el esqueleto estimula el cerebro. Según estudios recientes, esto se explica por que cuando sincronizamos los movimientos del cuerpo con una canción se estimulan áreas de la corteza prefrontal, que intervienen en la planificación y en la expresión de las emociones, además de conectar melodías y recuerdos.

Pero también se pone en funcionamiento el cerebelo, implicado en la coordinación y la ejecución secuencial de los movimientos, desde caminar hasta conducir, saltar a la comba, adoptar complejas posturas de yoga o ejecutar unos pasos de baile.

Por si los argumentos expuestos hasta ahora no son suficientes para lanzarte sin más dilación a la pista de baile, científicos de la Universidad de Hertfordshire en Reino Unido acaban de probar también que la forma física de quienes practican ballet es muy superior a la de muchos atletas, entre ellos los nadadores olímpicos. Además, la danza les ayuda a mantener mejor el equilibrio, son más resistentes al esfuerzo físico y sus músculos y articulaciones adquieren más flexibilidad.

A esto se le suma que, en lo que respecta a la salud mental, científicos de la Escuela Albert Einstein de Medicina en Nueva York han demostrado que bailar durante nuestro tiempo libre es el mejor antídoto contra el envejecimiento cerebral, tanto si se compara con actividades intelectuales, como leer libros o resolver crucigramas, como si se cotejan sus beneficios con los que aportan actividades físicas como jugar al tenis, practicar golf, montar en bicicleta o caminar.

En concreto, en una investigación de la que se hizo eco la revista 'New England Journal of Medicine', el gerontólogo Joe Verghese y sus colegas calcularon que, mientras los crucigramas disminuyen “solo” en un 47% el riesgo de demencia al alcanzar la tercera edad, bailar asiduamente consigue reducirlo hasta un 76%. Verhese atribuye este poderoso efecto del baile a que cuando aprendemos y enlazamos nuevos pasos aumenta la complejidad de las sinapsis neuronales y el cableado neuronal se reestructura una y otra vez.

A esto se suma que en el baile social es preciso tomar continuamente decisiones rápidas en las que no sirve recurrir a un patrón de acción fijo ya preestablecido, cosa que sí sucede cuando montamos en bici o nadamos. En definitiva, mientras estamos bailando junto a otras personas el cerebro tiene que “reinventarse”, y eso lo mantiene joven y lozano.

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