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LOS MISTERIOS DEL HIPO

Los científicos no saben por qué existe el hipo ni cómo pararlo (y tampoco interesa demasiado)

En la época de Platón los médicos ya aconsejaban aguantar la respiración para quitar el hipo, pero los científicos modernos han probado con otros remedios, como el sexo. Aún se desconoce por qué sufrimos estos espasmos aparentemente inútiles y no hay ningún método infalible para erradicarlos. Existe un problema en su investigación: nadie puede hipar voluntariamente.

-Aguantando la respiración

Aguantando la respiraciónTim Pierce, on Flickr

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Las diferentes técnicas que utilizamos para quitar el hipo llevan siglos con nosotros ¿Quién dijo que beber con el vaso al revés, dar 20 tragos sin tomar aire o aguantar la respiración sirven para librarnos de él? En tiempos de Platón ya se recomendaban estas estrategias, aunque no se conociera la naturaleza de los molestos espasmos.

Hoy sabemos que el hipo se produce por la contracción involuntaria del diafragma y los músculos intercostales, lo que nos obliga a inspirar rápidamente. Unos 35 milisegundos después, las cuerdas vocales se cierran de golpe causando el "hip". Pero los científicos no han conseguido determinar qué función cumple este reflejo que tanta vergüenza nos hace pasar a veces.

Una de las trabas que encuentran es la dificultad de replicar el proceso en un laboratorio. En otras palabras: una persona no puede hipar voluntariamente. Tienen que cazar a los afectados en plena actividad, por lo que los estudios suelen basarse en datos de aquellos pobres que se tiran días, semanas o incluso meses entre sacudidas incontrolables.

El récord lo tiene Charles Osborne, un granjero estadounidense que se pasó nada más y menos que 68 años de su vida conviviendo con ellos, desde 1922 a 1990. Cuando el suplicio se alarga más de 48 horas, debe buscarse una causa subyacente, generalmente relacionada con el corazón, el sistema nervioso o los riñones. También puede ser una reacción a ciertas drogas y fármacos.

Thirst and Thursdays by jennie-o, on Flickr

Aunque los métodos tradicionales contra el hipo suelen acabar funcionando, los científicos han propuesto otros menos extendidos para tratar las condiciones persistentes. El secreto está en la estimulación del nervio vago, un cordón que comunica el cerebro con la mayoría de los órganos.

En un par de investigaciones de 1988 y 1990, los médicos practicaron a los afectados un masaje rectal. Y algunos años después, en el 2000, dos expertos de una universidad israelí estudiaron el caso de un paciente de 40 años al que los espasmos causados por una medicina le duraron cuatro días. Se le pasó durante un encuentro sexual, aunque volvió a sufrirlo a los doce meses.

Más recientemente, un neurocirujano del Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad Estatal de Louisiana implantó un dispositivo en el pecho de un hiposo crónico. El aparato liberaba impulsos eléctricos para estimular el nervio vago, un método aprobado por la FDA en 1997 para tratar epilepsia.

Como estos, la mayoría de trabajos se centran en solo uno o dos individuos, con lo que las conclusiones no pueden extrapolarse mucho más allá. Normalmente, para saber si un remedio funciona, debe probarse en ensayos controlados en los que participan bastantes más personas divididas en dos grupos: las que prueban el tratamiento y las que se les da un tratamiento falso (para comparar los resultados y confirmar si el primero funciona).

Cuando lo que se estudia es el origen del hipo, la cosa se complica aún más. Las teorías apuntan hacia algunos de nuestros ancestros como los primeros afectados por las sacudidas. Si existe un circuito neuronal que controla los hipidos es porque tiene, o tenía, una función.

Greenfrog tadpole by Brian Gratwicke, on Flickr

Una de las hipótesis indica que podría remontarse a los animales acuáticos de hace millones de años, parecidos a los renacuajos. Además de branquias, tienen pulmones, por lo que las contracciones serían una forma de evitar el paso del agua. Otra posibilidad es que el reflejo sirva a las crías de los mamíferos para eliminar aire del estómago mientras maman.

Afortunadamente para todos, el hipo no suele convertirse en crónico y desaparece pronto. Si no te conformas con las estrategias tradicionales para acelerar su marcha, siempre puedes recurrir a algunas de las que han probado por los científicos. La del sexo, por ejemplo, parece interesante.

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