Abdelsalam tiene 16 años, pero sabe perfectamente qué es el horror. Un día al salir de la escuela en su pueblo, ISIS lo secuestró y lo encerró en una cárcel. Cuatro meses de torturas con las que pretendían obligarles a hacer la yihad.
Ahora, casi cinco meses después y ya en Madrid en casa de su hermano mayor Halil, recuerda cómo se enteró en la cárcel de que su pueblo había sido destruido. Su familia había huido a Turquía pensando que jamás volverían a verlo.
Junto a otros 13 jóvenes, habían robado las llaves de los guardianes de ISIS y consiguiron escapar. A los pocos días, gracias a la ayuda de un conocido, consigue coger un autobús y llegar a Turquía.
Pero Abdelsalam tiene miedo. Está demasiado cerca de la frontera y a pesar de lo que eso significa anuncia a sus padres que se va. Quiere alejarse de Siria lo más posible, quiere ir a vivir con su hermano a España.
Allí comienza un largo éxodo que le llevó por mar hasta una isla griega. Allí consiguieron unos papeles para trasladarse a Atenas desde donde partió a Macedonia. Su objetivo, un tren con destino a Serbia. "Subirse al tren era como para matarse, tuve que entrar por una ventana peleándome, acabe sangrando", cuenta.
El control policial en Serbia era muy duro, así que tuvieron que esconderse y andar por la noche hasta llegar a Hungría. Casi 21 días tardaron en llegar a Budapest. Imposible conseguir papeles para llegar a Alemania usaron la única vía posible, las mafias. "Los traficantes me cruzaron la frontera con Alemania en coche", explica.