Sólo ha pasado una semana desde que Bárcenas declaró ante el juez Ruz. Una semana desde que aseguró que todas las sedes provinciales del PP tenían su propia 'caja B', desde que volvió a reconocer que los papeles son suyos y desde que aseguró que en el partido muchos los sabían. A partir de ese momento, empieza, su particular 'Vía Crucis'.

Ruz no le deja descansar, ni a él ni a los bancos. Hace dos días pedía a diferentes entidades, entre ellas Bankia, toda la información sobre los movimientos de sus cuentas entre 2009 y 2013. Quiere saber qué ha pasado con su fortuna, 48 millones de euros que llegó a acumular en Suiza y que después volvieron a España.

Pero, Bárcenas no camina solo hasta la cruz, le acompañan su mujer y su hijo. Ruz también quiere investigar sus movimientos, saber si el dinero repatriado se repartió entre todas las cuentas familiares.

En el PP comienza la cuenta atrás: Ruz les ha dado cinco días para que le digan, con pruebas, hasta cuando fue Bárcenas tesorero del partido. Se sabrá entonces, cuando aporten las escrituras de poder, quien dice la verdad y si el PP tiene o no responsabilidades tributarias.

Pocos amigos conserva ya Luis Bárcenas, por lo menos en Génova. Desde que entró en Soto del Real en junio del año pasado, en el PP ya nadie quiere oir hablar de Bárcenas. Quienes sí le acompañana de forma incondicional tampoco están viviendo su mejor Semana Santa, y no solo porque Ruz investigue sus cuentas.

Rosalía Iglesias ha tenido que declarar dos veces en dos días: en una de ellas, recordando el asalto que sufrió junto a Guillermo y la asistenta, a manos del 'falso cura'. Y puede que todo esto tenga que sufrirlo desde la celda, sin partidos de baloncesto ni oraciones. Tras un incidente en enero con los funcionarios de prisiones, Bárcenas se enfrenta a un castigo que podría suponer un hasta luego al patio de la cárcel.