Después de descuartizar e incinerar a Chelo, su mujer, el veterinario de 45 años viajó a Barcelona, Valencia y Castellón para esparcir sus cenizas, repartidas en cuatro urnas. Precisamente a estos lugares habían viajado los dos en tiempos más felices.
Así se lo confesó Gurruchaga al juez. También dio más detalles de la confesión que les hizo a sus hijos: Les montó en un coche, asegurándoles que iban a visitar a su madre a Castellón, pero a mitad de camino se vino abajo y les contó que se había deshecho del cuerpo de su madre tras encontrarla muerta en la clínica. Al día siguiente, junto a su abogado, acudió voluntariamente a la Guardia Civil de Almoradí y confesó esta misma versión de los hechos.
Debido a que esta versión deja muchos detalles sin aclarar, los investigadores barajan distintas hipótesis, entre ellas que la mujer muriera mientras el marido le realizaba una liposucción clandestina o si la operación, en realidad era una excusa para matarla.
Gurruchaga permanece, de momento, en prisión provisional, comunicada pero sin fianza.
"Están cortados por el mismo patrón"
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Tras la comparecencia voluntaria de José Luis Ábalos en el Tribunal Supremo, en la que ha negado todas las acusaciones que pesan sobre él, el colaborador de Más Vale Tarde estallaba ante las cámaras.