En Bermeo, Bizkaia, se puede ver a los marineros en tierra, soñando con la mar, porque ahí "es donde se está mejor, porque estás trabajando y ganando", según comenta uno de los pescadores. En el mar se aprovecha el tiempo y en la lonja, el mal tiempo.

El paisaje de fuera deja ver olas que saltan con facilidad el espigón y que han llegado a superar los seis metros. La escasez de verdel frena a los pescadores más arriesgados, ya que "ahora mismo no hay pescado".

En la Ría de Bilbao los pesqueros han reforzado sus amarres, porque "es impracticable salir a la mar en estos momentos". Y lo peor es que no esperan hacerlo hasta el fin de semana si hay suerte.

Así llevan todo el mes, y la situación es la misma en toda la costa del Cantábrico. En el Puerto de Caión, en A Coruña, la flota no está amarrada, sino aparcada. Barcos subidos a puerto para protegerse de las olasy que "no salen porque todavía esta la mar muy alterada".

Llevan así casi una semana, pero pronto tendrán que salir a faenar, porque como afirma José Héctor Morgade, patrón Mayor de la Cofradía de Caión, "hay días que se tiene que salir porque no nos queda más remedio, tras tantos días de parón tienes que salir para ganar algo".

Los pescadores quieren aumentar los fantasmas del año pasado, que también sonaban como las gigantes olas que se pueden ver en estos días, ya que por culpa de la ciclogénesis perdieron un 40% respecto al año anterior.