Desnuda, encapuchada y atada con cadenas en el interior de la iglesia del pueblo. La modelo a las órdenes del fotógrafo José Ángel Uberuaga. Las imágenes han perturbado a los 400 vecinos de la localidad vizcaína de Munitibar.

La parroquia solo abre al culto una vez al mes. Por eso, para tomar las instantáneas, el artista y vecino del pueblo, tuvo que coger las llaves de su madre, encargada de las labores de limpieza. Asegura que su intención no era herir la sensibilidad de nadie.

El obispado de Bilbao tacha las imágenes de sacrilegio. Asegura que las fotos se tomaron a espaldas del párroco y no descarta tomar acciones legales. Un escándalo que para Uberuaga no es más que un homenaje a la mujer.

De hecho, se considera profundamente religioso. No se arrepiente. El arte, dice, es provocación, así que como artista, se puede dar por satisfecho.