Rosalie muestra orgullosa el birrete por haber acabado su educación secundaria. Tiene 91 años y hace más de 70 tuvo que dejar el instituto por cumplir con su misión en la II Guerra Mundial.

A su vuelta de las trincheras, la vida fue posponiendo su asignatura pendiente, la de sacarse el graduado pero quiere ser un ejemplo para los que ven complicado alcanzar sus objetivos. "Haz lo que tengas que hacer, porque si abandonas no llegarás nunca a ninguna parte".

El caso de Rosalie no es el único. Ann cumplió su sueño cuando tan sólo le faltaban tres años para los 100. Alan se convirtió en licenciado universitario más mayor del mundo. 97 años y cuatro carreras bien merecen un descanso. "Ahora quiero tomármelo con tranquilidad".

Lela dejó su educación por un problema de salud hace casi un siglo y ahora, a sus 111 años y un diploma bajo el brazo se siente más joven que nunca. "Todavía no soy vieja, soy una señorita". La guerra, la salud o el cuidado de la familia fueron en su momento el obstáculo para alejarlos de los libros pero su hazaña demuestra que no hay fronteras ni impedimentos para lograr lo que uno quiere.