Era un paseo de los habituales, para avistar corzos y otros animales. Pero, pasadas las 20:00, un gato montés llamó la atención de Eduardo. Se agachó, en silencio, para fotografiarle.
De repente, se encontró bajo un oso pardo al que ni siquiera había escuchado acercarse. Recibió varios zarpazos: en la cara, el cuello, y los más profundos, en el brazo derecho. El oso le rompió el codo y le provocó varios desgarros musculares.
El 061 le atendió en Villaescusa, y ahora se recupera en un hospital de Santander. Según su familia, mejor tras el último reconocimiento.
Es raro que un oso pardo ataque a un ser humano. En España sólo ha habido otros cuatro casos del mismo perfil en los últimos 25 años. Cuando sucede, hay que imponer nuestra presencia. Si nos quedamos quietos, el oso nos atacará, pero nunca matará, para alejar nuestra amenaza.
Una secuencia inolvidable
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