El vecino de Angrois que sacó del tren a Garzón asegura que desde el momento del accidente el maquinista estaba comido por los remordimientos.

Y es que siempre admitió a los agentes que le acompañaron que se pudo haber despistado circulando a una velocidad excesiva, aunque era un trayecto que recorría tres veces a la semana y lo conocía perfectamente.

Según el diario El País, al salir del tren, Garzón habló con el comisario jefe de la brigada judicial de A Coruña. El Policía, al verle herido, le pido que se sentara y mientras dos de los vagones aún ardían, Garzón dijo tres veces que la había jodido y reconoció que circulaba a 190 kilómetros por hora. Cuando intentaron calmarle, el maquinista contestó “¿cómo quiere que me calme? Con lo que he provocado, prefiero morirme”, algo que repitió hasta en cuatro ocasiones.

De ahí, siempre acompañado por agentes, Garzón fue trasladado al hospital de Santiago, se sometió a una prueba de alcohol y quedo ingresado. El viernes, esperó junto a su abogado a que los inspectores de Policía le interrogaran. Decidió no declarar y esperar a hacerlo ante el juez.

Cuenta, el Periódico de Cataluña, que entonces se palpó el costado, comentó que le dolía un poco y rompió a llorar de manera inconsolable. En ese momento comenzó a hablar de las víctimas y preguntó por los enfermos. El domingo ya tuvo su cara a cara con el juez. Entonces, según varios medios, admitió que circulaba a más velocidad de la permitida y que se despistó. De ahí salió en libertad con cargos.