El avión militar de Airbus A400M realizaba su primer vuelo de prueba, cuando se precipitó ayer a la una de la tarde a poco más de un kilómetro y medio del aeropuerto de Sevilla. En él volaban seis personas, todas españolas y trabajadoras de la empresa Airbus. Los cuatro fallecidos eran dos pilotos y dos ingenieros.

En el aparato además había otro ingeniero y un mecánico que están heridos graves, puestos a salvo por un guarda de un coto cercano: "Vimos unas personas tirarse por una ventanilla del avión de los pilotos, y cuando los vimos tirarse, salimos del coche y echamos a correr en busca de ellos. Entre un compañero y yo cogimos a uno, otros dos cogieron a uno, otros dos a otro y les arrastramos por el brazo".

El A400M estaba haciendo prácticas de aterrizajes y despegues. Según los controladores aéreos el piloto notificó que tenía un fallo. Su última comunicación fue: "No llegamos a la pista". Y  al intentar hacer un aterrizaje de emergencia, chocó contra una torre de alta tensión, que quedó en el suelo a pocos metros del accidente.

Un testigo aseguró haber visto cómo el avión caía: "Pegó una explosión, salió todo ardiendo y el humo para arriba, una humareda negra". Una humareda que era visible desde varios puntos de la ciudad de Sevilla. Ahora, una comisión mixta formada por el Ministerio de Fomento y el de Defensa se ha puesto en marcha para investigar las causas de este accidente. En paralelo, también se ha abierto una investigación de Airbus, aunque los resultados de ambas, podrían tardar, al menos una semana.